Emociones bajo control

Foto por Diana Gomez

¿Esto es posible? ¿Cómo lo logro?

Por Sara Trejo de Hernández 

Al escuchar una conferencia sobre las emociones confirmé algunas cosas que ya sabía: que Dios me las dio y que no son malas, pero que deben estar bajo mi control. Lo que no sabía era cómo lograrlo, así que en ese punto presté mucha atención. 

Aprendí que debo identificar qué sentimientos tengo y ponerles nombre. Después verificar si con eso me estoy lastimando a mí o a alguien más. 

Por ejemplo, con la tristeza puedo llegar hasta la depresión, si no hago algo para detenerla. Los pasos que debo seguir para salir de ella son: tomar el sol, hacer ejercicio, comer sano, dormir bien y buscar a Dios, confiando en sus promesas de ánimo y esperanza. 

Lo que debo hacer cuando me enojo es: detenerme, respirar y pensar. Después ya puedo hablar y actuar. Si necesito confrontar a alguien debo usar el diálogo hablando en primera persona, iniciando con lo que a mí me molesta o afecta y después dando una opción de solución.  

El miedo me puede paralizar si dejo que me domine. Debo tomar en cuenta que la gran mayoría de cosas que temo nunca van a pasar, otras ya sucedieron y sobre eso solo me queda pedir perdón y perdonar. De otras más no tengo el control, así que solo me queda confiar absolutamente en Dios y esperar en su amor.  

En realidad solo puedo resolver una pequeña fracción de todo lo que me preocupa, así que debo enfocarme en eso y trabajar en solucionarlo. 

Algo que también es de gran ayuda es ponerle freno a mis pensamientos, porque las cosas que están en mi mente son las que afectan mis emociones y detonan mis acciones. 

La Biblia dice: «Como ciudad sin defensa y sin murallas es quien no sabe dominarse» (Proverbios 25:28). Si quiero proteger mi vida y mis relaciones, vale la pena controlar mis emociones. Practicar estos consejos ha sido muy provechoso. Es un esfuerzo diario y dependiendo de Dios es posible.


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