Ojalatería sin la “H”
¿Qué tal si dejamos la profesión de la ojalatería?
Por Margarita Hord de Méndez
Ya casi me corrigen: “¡se escribe hojalatería!” Perdónenme, pero me atrevo a inventar una palabra que no tiene que ver con la hojalata ni con los coches. Mas bien, tiene relación con personas de carne y hueso.
Mi definición de esta palabra ojalatería, no reconocida por la Real Academia Española, es “el arte o la maña de usar con frecuencia la palabra ojalá”. Esta última tiene su origen en el árabe, en una frase que más o menos viene siendo una invocación a la divinidad islámica, Alá, como un “si Dios quiere”. El Diccionario Manual Sopena dice que ojalá es: “una interjección que denota vivo deseo de que suceda una cosa”.
Un momento. Ampliemos la definición, porque también se usa al hablar con cierta tristeza o nostalgia del pasado. ¡Ojalá le hubiera dicho tal o cual cosa! ¡Ojalá que no nos hubiéramos precipitado! Confieso que he perfeccionado este estilo de hablar. A varios minutos o a varias horas de haber ocurrido una conversación, un encuentro o algo por el estilo, me llega como rayo lo que debí hacer o decir, o en cambio me arrepiento de alguna tontería, demasiado tarde. Mi familia me recuerda que lo que pasó, pasó, pero sigo recreando dramas idealizados en mi mente.
Ahora bien, ojalatería con vista al futuro puede ser más positivo. ¡Ojalá me suban el sueldo! ¡Ojalá me case pronto! ¡Ojalá que gane mi equipo! Todos tienen algo en común: la pasividad y la falta de responsabilidad.
En cuanto a una actitud más bíblica, lo ideal sería orar con fe y confiar en que Dios hará su voluntad. Mis deseos deben alinearse cada vez más con los del Señor. Él me puede mostrar un paso que debo dar para lograr el deseo anhelado, siempre tomada de su mano.
El pasado no se puede cambiar, aunque en Jesucristo nuestros pecados quedan en el fondo del mar y se nos prohíbe “pescarlos” o recordarlos. Tampoco podemos cambiar nuestro futuro con suspiros. Dios, que sabe lo que traerá el futuro y quien nos ha dicho algunas cosas acerca de lo que podemos esperar mañana, tiene grandes planes para nosotros si somos sus hijos. Nos promete una vida abundante.
¿Qué tal si dejamos la profesión de la ojalatería? Mejor iniciemos el proceso de transformación en compañía con Jesucristo, quien tiene nuestro pasado, presente y futuro en sus manos.
Tomado de la revista Prisma Vol. 43 No. 5, sep-oct 2015.