Después de la media noche y el esposo no ha llegado

Foto por Diana Gómez

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Si no fuera porque puedo hablar contigo ya estaría histérica

Por Elisabeth F. de Isáis

La hora avanza, los niños se han dormido por fin, la cocina brilla de limpio, la señora quiere dormir y el esposo no aparece. La pobre mujer no sabe qué pensar: ¿un accidente? ¿un problema? ¿una compañera atractiva? ¿una enfermedad repentina? ¿un asalto?

En lugar de dormirse, se despierta cada vez más. Es inútil acostarse y cerrar los ojos; más y más adrenalina se acumula en su cuerpo. Repasa mentalmente las posibilidades y sabe que cada una es peor que la otra. ¿Debe llamar por teléfono? Pero, ¿a quién? Ya la hora no es apropiada para molestar a nadie. Pero tiene que haber alguna solución, algo qué hacer en lugar de morderse las uñas.

Sí, hay algo que hacer. Muy sencillo. ¡Hay que calmarse y esperar con confianza la explicación que con toda seguridad el esposo dará al entrar por la puerta!

¿Demasiado fácil e irreal? No, realmente es la única posibilidad. Si el esposo sabe que ha estado telefoneando a medio mundo a altas horas de la noche, se molestará y el problema se agravará más. Llamar a la policía tampoco resulta, por razones obvias. Así que la única solución es, esperar.

Pero la clave está en cómo espera la pobre mujer. Todo el desenlace de esta crisis depende de la actitud que ella adopta. Hay varias posibilidades:

Primero:

Desesperarse más y más con cada minuto que pasa, recordando todas las terribles historias que ha escuchado en las telenovelas o de las amigas decepcionadas por el machismo de sus maridos.

Esta actitud produce un estado total de nervios, una noche de insomnio y probablemente una decisión preliminar de divorciarse. Total: un desastre para la familia y para la mujer. (Hay que recordar que al casarse, planeó durar por lo menos 50 años a su lado, ¿verdad?)

Segundo:

Distraerse con algo provechoso. La televisión no es muy recomendable, ya que muchas veces aumenta la tensión, no importa el tipo de programa; además, no ofrece nada de valor positivo a esas horas de la noche. Más bien recomendamos las siguientes ideas:

1. Leer o releer una buena revista o un buen libro, sobre todo si usted sabe cómo perderse en la lectura y aprovecharla al máximo. Cuando por fin aparezca el marido, tendrá algo interesante que comentarle y además estará de buen humor.

2. Escribir una carta o mensaje a alguien que está lejos: su hermana, su mamá, una tía o amiga (o a varias personas) y al hacerlo dar gracias a Dios que tiene un tiempo inesperado para expresar su amor a esa persona que probablemente se ha cansado de esperar noticias suyas. Si su esposo llega antes de terminar la carta, ¡tanto mejor!

3. Si sus inclinaciones no son ni hacia la lectura ni hacia la comunicación epistolaria, entonces he aquí la oportunidad ideal para poner el toque de perfección a todo el guardarropa de su esposo. Empiece por las camisas, para pegar cualquier botón errante. Pase luego a sus calcetines y haga unos remiendos bien elegantes en casos necesarios.

Si el tiempo alcanza todavía, revise los pantalones, los sacos y las chaquetas. Mientras tanto, escuche unos discos de música cristiana (con bajo volumen). Pronto estará feliz por tener estos momentos especiales para mostrar amor a su esposo en esta forma práctica. Y él se lo agradecerá también.

4. Dedíquese a probar una nueva receta de cocina, quizá de un pastel o de galletas (pero no si su debilidad está en la gordura). Hay terapia en manejar la harina y los otros ingredientes, y las cosas horneadas llenan la casa de un olor muy grato para cuando llegue el esposo.

5. Trabaje un buen rato con las plantas que hay en la casa: removiendo la tierra, cortando las hojas secas, limpiando cada maceta con esmero, lavando el platito, etc. A la vez ponga a medio volumen buena música o un mensaje cristiano. Poner las manos en un poco de tierra tiene un efecto renovador.

6. Cualquier ama de casa tiene proyectos y listas mentales de cosas que quiere hacer “algún día”, bueno, ¡ya llegó el día! Pero cuide sus pensamientos, que sean para bien y no para mal.

Tercero:

Aquí está la mejor sugerencia de todas, hasta ahora nada se ha dicho de pedir la ayuda divina para hallar la calma y la fuerza necesarias para esperar con éxito. ¿Cómo hacerlo? No es nada difícil:

1. Pedir en voz audible a Dios, en nombre de Jesucristo, que por medio de su Espíritu Santo envíe la calma a su corazón. En menos tiempo del que usted hubiera pensado, sentirá una paz maravillosa. Jesucristo nos ha prometido esa ayuda. Usted puede confiar en Él para la resolución de cualquier problema o tentación que tenga su esposo en este momento.

2. Leer la Biblia, en especial los Salmos, o alguna otra parte, por ejemplo los Evangelios, Job, Esther, Ruth o Isaías. Si lee con papel y lápiz en mano, es mejor, procurando sacar las ideas principales de cada pasaje, además del mensaje de Dios para su vida o alguna lección que usted debe poner en práctica. Es increíble experimentar como la lectura de la Palabra de Dios calma el espíritu y conforma el alma.

En cualquier matrimonio  habrá momentos difíciles de espera, pero con los métodos aquí delineados, ¡cada pareja los puede superar! Y cuando el marido llegue, la esposa estará dispuesta a recibirlo con una sonrisa en lugar de, bueno, mejor ni pensar en la alternativa, ¿verdad?


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