Indicios de abuso sexual infantil

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Desafortunadamente las estadísticas indican que un gran porcentaje de niños y niñas son objeto de este tipo de abuso en el ambiente familiar

Por Carmen Rendón de Sandoval 

El tema del abuso sexual infantil ha sido ampliamente investigado y definido. Se considera como una acción ilegal y moralmente reprobable, que involucra a una persona adulta realizando conductas con carácter plenamente sexual que el menor no tiene capacidad para consentir (ni muchas veces entender) y que causa graves daños a su dignidad, integridad y desarrollo. 

El abuso sexual va desde exposiciones a imágenes pornográficas, pasando por la exposición de los genitales del adulto agresor, hasta la violación.

Desafortunadamente las estadísticas indican que un gran porcentaje de niños y niñas son objeto de este tipo de abuso en el ambiente familiar. Por supuesto que las secuelas de este tipo de ultraje son a corto y largo plazo. 

Aquí presentamos algunos indicadores aceptados por los expertos que dan cuenta del abuso sexual en menores. La lista no es exhaustiva porque cada caso es singular, solo presentamos los síntomas más frecuentemente reportados en la literatura. 

Unos cuantos indicios no pueden ser considerados como definitivos para pensar que el niño o niña está siendo abusado sexualmente. La valoración se debe realizar de manera integral y lo mejor es buscar ayuda profesional especializada para descartar el abuso. 

Hay que decir también que frente a claros indicios de abuso (como lesiones en la zona genital) muchos padres y madres se paralizan debido al impacto que les causa.

Y quienes a su vez fueron víctimas de ese mal (con mayor razón si no han sido tratados profesionalmente) pueden revivir el trauma, y por lo tanto no saber qué hacer. 

La intención de este artículo es prevenir y, en el desafortunado caso de que exista el abuso, alentar a los padres para que busquen ayuda y así evitar secuelas a largo plazo.

Área Físico corporal:

- Dolores, heridas en zona genital o anal.

- Genitales externos inflamados.

- Ropa interior manchada o rasgada.

- Problemas para sentarse o caminar.

- Enfermedades de transmisión sexual en zona genital, ano, boca e incluso ojos.

- Conductas regresivas como orinar o evacuar el intestino cuando ya se había logrado el control de esfínteres.

- Cambios en el apetito y problemas de sueño (generalmente pesadillas).

- No querer bañarse o desnudarse.

- Dolores corporales sin causa.

Área conductual emocional:

- Cambios bruscos de conducta. Hace cosas que no hacía y que aparentemente no tienen explicación.

- Miedo, ansiedad y/o síntomas depresivos.

- Llanto “sin motivo” (sobre todo cuando se encuentra frente al agresor).

- Aislamiento, menos amigos y resistencia a jugar con ellos.

- Resistencia al contacto social y afectivo de adultos. 

- Conducta agresiva (o francamente antisocial) y de escape.

- Problemas escolares como falta de concentración o baja en las calificaciones.

- Autolesiones.

- Dificultad para confiar en los demás.

Además de estos indicios, la literatura científica reporta que se puede manifestar una conducta sexual inapropiada (por ejemplo jugar con otro niño o niña tratando de mantener contacto genital o coito simulado) así como sexualización o erotización tempranas en sus dibujos. 

Una palabra para los padres: como todas las víctimas de abuso, los menores NO TIENEN LA CULPA de lo que les pasó. Procuren no manifestar su pánico u horror frente a ellos, ya que se pueden confundir. 

Traten de crear un ambiente de confianza para que ellos les puedan contar lo que les sucede. No los interroguen acerca de detalles, mejor permitan que ellos hablen y asegúrenles su amor y su ayuda para salir adelante. 

Que el Señor nos ayude a proteger la valiosa vida de nuestros pequeños.

Sugerimos que busquen en librerías literatura sobre el tema, esto les dará cierto grado de equilibrio en esta crisis familiar. No olvidemos que nuestro Dios de la vida, acompaña estos procesos de sanidad.


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