Un corazón alegre

Foto por Abigail Eager

El compositor clásico Haydn nos da una lección sobre la alegría

Por Keila Ochoa Harris

Algunos compositores, como Franz Joseph Haydn, son simplemente «alegres». Su música no puede calificarse de otra manera salvo como exuberante y entusiasta.

Haydn, sin embargo, vivió en una época en que los puritanos criticaron sus creaciones. Haydn, de hecho, se caracterizó por su fe y la mayoría de sus piezas giran en torno a pasajes bíblicos, como la creación o los evangelios. Así que cuando fue criticado, respondió: «Ya que Dios me ha dado un corazón alegre, me perdonará por servirle con alegría».

¿Qué cosas alegraban a Haydn?

Primeramente, la realidad de que Dios cuidaba de él y de los demás lo hacía «saltar de gozo». Segundo, las oraciones contestadas lo conmovían. Por ejemplo, en cierta ocasión Haydn luchaba al componer cierta pieza sacra, y oró lentamente y con calma. Sintió entonces que Dios tendría compasión de su finita criatura, y se animó. Experimentó tal gozo y confianza que deseó expresar las palabras de su oración, y dio rienda suelta a su jovialidad al componer el «Allegro» dentro de su Miserere.

Al igual que Haydn, tenemos muchas razones para estar alegres. El amor de Dios nos conmueve. La bondad de Dios nos motiva. La creación de Dios nos roba suspiros y sonrisas. La obra en la cruz nos deleita. La resurrección nos reaviva. Dejemos que nuestros corazones exploten en una sinfonía de alegría.

Sigamos el ejemplo de Haydn: «Sé que Dios me ha favorecido y lo reconozco con gratitud. También creo que he hecho mi labor y he sido de utilidad a través de mis obras. ¡Que otros hagan lo mismo!».


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