¿Cómo sobreviví al abuso y la violencia?

Foto por Iraís Tellez

Todos los grupos de autoayuda no fueron suficientes.

Por Blanca Lilia Roura

La escasez y la soledad eran el manifiesto de mi vida. De pequeña crecí en medio de abusos y violencia. Con el tiempo me llené de miedo, ira, resentimiento y soberbia. Estaba muy confundida; muchos de mis pensamientos estuvieron mal encaminados y tomé muchas malas decisiones.

Acudí a muchos lugares en busca de respuestas y soluciones; cuatro años en Neuróticos Anónimos, dos años en Al-Anon y siete años en terapia. Sin embargo, la psicología ya no era suficiente. Me empezó a invadir un vacío espiritual que por más que me esforzara no podía ser llenado con nada. 

Hace dos años me reencontré con una amiga de hace muchos años. Al relacionarme más con ella, tuve mucha curiosidad por la forma en la que hablaba de Dios, como si tuviera una relación de amistad con Él. Le hacía preguntas y ella me respondía con la Biblia.

Entonces leímos Romanos, Juan, Mateo, Santiago y Filipenses. A partir de esto entendí que Dios no quería condenarme, sino restaurarme. Cristo había salido a mi encuentro con la Buena Noticia del Evangelio, el acto de amor más grande que Cristo mismo hizo para pagar el perdón de mis pecados.

He creído en la obra que Él hizo por mí en la cruz. Él pagó por todas mis faltas y me dio una nueva vida, no porque yo lo mereciera, sino por su gracia. Sin importar lo que yo fui, Él estaba con los brazos abiertos para recibirme y para perdonarme. 

He aceptado su perdón, su amor, su protección, su favor y el regalo de una nueva identidad: ¡Soy hija de Dios! y en Él estoy completa. Ahora, cada vez que leo su Palabra, Dios responde a mis dudas, me da dirección, me siento segura y sé que él tiene un propósito para mi vida.  

Todavía tengo mucho por aprender. Dios sigue restaurando mi vida, pero ya no estoy sola. Cuando tengo miedo, tengo la certeza de que Él está conmigo. Es una nueva vida. En Cristo está puesta mi fe. Él es mi Señor y mi Salvador, y quiero seguirlo por siempre. 

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