7 pasos para meditar en la Biblia

Foto por Andrea Hernández

Una de las grandes disciplinas de la vida cristiana

Por Érika Simone 

Quizás la palabra «meditación» traiga a nuestras mentes a un hombre chino vestido de rojo y naranja y totalmente calvo. Quizás nos haga pensar en una tranquila clase de yoga junto al mar. Pero, quizás nos recuerde a una antigua práctica cristiana que ya no sabemos llevar a cabo.  

En las últimas décadas, la meditación se ha relacionado con religiones y ejercicios orientales que comienzan a ser cada vez más populares en el occidente. En mi generación (para los famosos mileniales) la meditación ha llegado a ser una forma de mantener la salud mental en un mundo lleno de tragedias fuera de nuestro control. Y para la generación Z, la meditación es una técnica de supervivencia en una existencia invadida de pantallas con sus notificaciones y filtros.  

Hoy existen blogs, aplicaciones y hasta libros enteros, todos creados para ayudarnos a meditar. Pero, es triste que los cristianos modernos tengamos que acudir a recursos seculares, si no es que paganos, para aprender a llevar a cabo una actividad tan cristiana. De hecho, durante siglos, la meditación se ha considerado una de las grandes disciplinas de la vida cristiana.  

Entonces, como cristianos, ¿cómo meditar?  

1. Elegir un texto sobre el cual meditar.

Una buena idea es hacerlo durante nuestra lectura personal de la Biblia. La porción puede ir desde una frase hasta varios versículos, pero debe ser algo que recordaremos con facilidad. Es bueno escribir el texto en una tarjeta o una hoja para no distraernos con otros versículos.  

2. Busca un lugar tranquilo.

La soledad y la falta de interrupciones son importantes para la meditación. Quizás sea necesario comunicarle a nuestra familia que necesitamos esos minutos a solas. Puede ser útil aprovechar los primeros minutos de la mañana o los últimos de la noche para encontrar algo de quietud en nuestras ocupadas vidas. 

3. Ponte cómoda.

Empezamos por relajarnos. Es útil pensar en cada músculo y parte de nuestro cuerpo (cabeza, cuello, hombros, espalda, brazos, manos, etc.) hasta encontrar una posición cómoda. La razón es más simple que mística; en la tranquilidad de la meditación, incluso mover un pie es una distracción.

4. Pon una alarma.

¡Lo mejor sería dejar el celular en otro lugar! Pero es de ánimo tener una referencia del tiempo, ya que concentrarnos puede ser difícil al principio. Podemos empezar con dos minutos de meditación y poco a poco incrementar el tiempo hasta 10  minutos o más, dependiendo de lo que necesitemos. 

5. Haz una lista de tus preocupaciones.

La lista puede ser física (escrita) o mental, no importa. Todos los días tenemos asuntos que nos agobian y parte de la meditación es tomar estas preocupaciones y entregárselas a Dios una por una. Así, nuestra mente estará libre para concentrarse por completo en el pasaje. 

6. Enfócate en el texto.

Ya que elegimos el texto y lo tenemos frente a nosotros es tiempo de controlar nuestra mente para enfocarnos sólo en eso. Es posible que lleguen a nuestra mente mil temas a considerar y todos los quehaceres del día, pero durante estos 2 a 5 minutos debemos pensar sólo en el texto. 

¿Cuáles son las palabras importantes? ¿Qué significan? ¿Qué nos enseñan sobre Dios? ¿Sobre sus obras? ¿Qué relevancia tiene para nuestra vida? 

Cabe notar que no se trata de sólo repetir las palabras como si fueran un mantra, ya que Cristo nos dijo que no hiciéramos vanas repeticiones. Se trata de considerar su significado, dejar que nos bañe y nos lave.

7. Termina con una oración.

Cuando termine tu tiempo de meditación, puedes hablar con Dios sobre lo que nos resaltó en este tiempo y pedirle ayuda para entender cosas que no entendiste. 

Como puedes ver, la gran diferencia entre la meditación popular y la meditación cristiana es el porqué. La meditación popular busca vaciar la mente (y a veces recibir alguna revelación o entrar a un estado distinto) mientras que la meditación cristiana busca llenar la mente de una sola cosa: de Dios y su Palabra.

Efesios 5:26 habla de la Biblia como si fuera agua que nos limpia cada vez que pasa por nuestra mente ¡y esto es de mucho más provecho que vaciarla y repetir palabras en esperanzas de alguna experiencia mística! La meditación cristiana, es decir, el enfocarnos en un versículo durante un tiempo establecido poniendo a un lado todo lo demás, es como levantar pesas que, junto con la «dieta» que es la lectura de la Biblia nos convertirá en cristianos saludables y fuertes, listos para enfrentarnos con todos los retos de la vida moderna.


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