Razones de peso para moverte
El entrenamiento con disciplina es útil tanto física como espiritualmente
Por Por Karina Rodríguez Chiw
Practicar actividad física no sólo es un hábito recomendable para verse bien, sino que mejora de forma significativa la salud integral. Los beneficios de ejercitarse con regularidad están respaldados por múltiples estudios médicos que demuestran su impacto positivo en el cuerpo y la mente.
Pruebas de los beneficios de una vida activa
Mayor salud física
El ejercicio regular disminuye el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, diabetes y problemas osteoarticulares como la artrosis. Según el Dr. Joaquín Sánchez Sotelo, cirujano ortopedista de la Clínica Mayo, «mantener un nivel constante de actividad física mejora la circulación sanguínea, fortalece el sistema cardiovascular, y permite un control adecuado del peso». Además, estudios muestran que la actividad física estimula el sistema inmune, haciendo a las células más eficaces contra virus y bacterias.
Menos estrés y mejor estado emocional
Hacer ejercicio ayuda a reducir el estrés y mejora el estado de ánimo al liberar endorfinas, conocidas como las «hormonas de la felicidad». También fomenta la conexión social si se practican deportes o clases grupales, mejorando así la salud emocional. Tal como explica el Dr. Sánchez, «el ejercicio permite salir de la rutina, despejar la mente y encontrar un propósito adicional a través de la interacción con otros».
Cuidado para el cerebro
El entrenamiento cardiovascular mejora la oxigenación cerebral, lo que favorece la función cognitiva. Esto mantiene al cerebro más alerta y preparado para enfrentar las demandas diarias. «El ejercicio beneficia la irrigación sanguínea, asegurando una adecuada nutrición de las neuronas», señala el Dr. Sánchez Sotelo.
Consejos para empezar
1.Elegir lo que inspire
Encontrar una actividad disfrutable, ya sea caminar, nadar o practicar estiramientos. Lo importante es que motive a mantenerse constante.
2. Comenzar poco a poco
Si no tienes experiencia previa, empezar con sesiones dos veces por semana e incrementar gradualmente la frecuencia.
3. Buscar guía profesional
Unirse a un gimnasio o trabajar con un entrenador para establecer un plan de acción progresivo que se adapte a las necesidades.
4. Preferir el equilibrio
Combinar ejercicios aeróbicos con aquellos que fortalezcan los músculos. Variar evita que el cuerpo se lesione y los resultados se estanquen.
5. Establecer una rutina
Concretar días y horarios para entrenar. Cumplir con esta agenda de manera disciplinada fortalecerá el hábito.
Un llamado a dar el primer paso
Como lo expresa el apóstol Pablo en 1 Corintios 9:24-27, correr con propósito y disciplina nos lleva a obtener un «premio eterno». El ejercicio no transforma sólo el cuerpo, sino también el espíritu, al cultivar fuerza y resiliencia.
Atrévete a moverte; el diseño de Dios en nuestros cuerpos es maravilloso y digno de ser celebrado. Los beneficios se harán evidentes rápidamente y, lo que es más importante, te permitirán disfrutar de una vida más plena y saludable. Comienza hoy mismo, porque tu salud es una inversión invaluable.
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El entrenamiento con disciplina es útil tanto física como espiritualmente