Vacúnate ¿o no?
¿Cómo nos podemos proteger contra el pecado?
Por Sally Isáis
¡Las vacunas! ¡Qué tema tan controvertido! Conozco personas con convicciones fuertes de ambos lados de la mesa: Los que aseguran con vehemencia que sí debemos hacerlo, y los que nos advierten de los graves peligros (mortales incluso) de ponernos la vacuna contra el Covid, o cualquier otra.
El propósito de una vacuna, es darle al individuo la experiencia previa del contacto con alguna parte del virus, para que pueda crear defensas contra él, y así cuando vuelva a encontrárselo, tenga elementos para defenderse.
¿Existen las vacunas espirituales? Me atrevo a pensar que sí, se trata de aquellas voces que actúan como defensas y nos alertan sobre el peligro inminente del pecado.
¿Cuáles son las vacunas a nuestro alcance? Quisiera mencionar sólo algunas.
La Biblia. Como es la Palabra de Dios, el mensaje directo de Dios para cada uno de nosotros, si sabemos lo que dice y obedecemos sus preceptos, seremos menos propensos a caer en pecado. El rey David le ruega a Dios en el Salmo 119:133, y dice: «Guía mis pasos conforme a tu palabra, para que no me domine el mal».
La oración. Dios es soberano y cuando ponemos en sus manos nuestro día, actividades, actitudes y expectativas, estamos más listos para enfrentar la vida diaria. Pedro, en su primera epístola asegura: «Porque los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos están atentos a sus oraciones» (1 Pedro 3:12a).
El agradecimiento. Siempre hay motivos para dar gracias, aunque tengamos que buscarlos. Cuando apreciamos las cosas buenas que Dios nos ha dado, somos menos propensos a sentirnos insatisfechos y buscar saciar nuestros anhelos sin importar el costo (tanto personal como para otros). El apóstol Pablo nos anima: «Den gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para ustedes en Cristo Jesús» (1 Tesalonicenses 5:18).
Las amistades cristianas sanas. Cuando pasamos tiempo con personas que nos invitan a vivir de manera que honremos a Dios, su apoyo, ánimo y consejo en medio de las pruebas nos ayuda a evitar caer en actitudes, acciones o actividades pecaminosas que nos dañan y afectan nuestra relación con Dios. El doctor Lucas, nos relata en el libro de Hechos capítulo 18, sobre Aquila y Priscila, quienes cuando conocieron a Apolos, le explicaron con más exactitud el Camino. Amigos como esos, valen la pena.
Los ritmos de vida en los que buscamos la presencia, sabiduría, consejo y guía de Dios día a día. Pedir la ayuda constante de Dios, es una protección segura. Dice la Biblia: «Así que Jesús muchas veces se alejaba al desierto para orar» (Lucas 5:16). Jesús se apartaba para pasar tiempo con su Padre.
Ir a ciertos lugares donde sabemos que podemos caer, ver películas que despiertan en nosotros anhelos que nos llevan a actuar de maneras insanas o andar con amistades que tienen un don de convencimiento agudo, es hacer caso omiso a las vacunas que Dios nos ha dado para evitar el pecado.
Si ya caímos una vez, ¿qué necesidad tenemos de volver a caer? Aprendamos de nuestros errores pasados. Pidámosle perdón a Dios por nuestro pecado y levantemos defensas fuertes para alejarnos de eso. Estemos atentos a las advertencias en el camino para no caer en el mismo hoyo de siempre.
Esa voz de Dios en nuestra conciencia que nos hace sentir incómodos o inseguros, actúa como las vacunas. Nos alerta del peligro inminente, para que podamos hacer uso de nuestras defensas y no tropezar.
La tentación no es pecado, caer en ella sí lo es. Aprovechemos las vacunas espirituales que Dios nos brinda.
Un legado de valentía