La supremacía del perdón

Foto por Diana Gómez

¿En qué consiste?

Por Elisabeth F. de Isáis (1925-2012)

¿Te has preguntado alguna vez qué significa verdaderamente perdonar? Perdonar no es olvidar ni justificar, pero sí es un acto de liberar y soltar. Lo cierto es que nunca es sencillo.

En la vida siempre tendremos situaciones donde salimos lastimados. El otro lado de la moneda es que también en muchas ocasiones somos nosotros los que herimos a otros. Las relaciones humanas son complicadas y en algún momento todos necesitamos recibir y ofrecer perdón. Veamos un ejemplo:

Había un esposo que trataba con acciones y palabras ofensivas a su mujer. Ella se consumía en dolor, ira y frustración. Un día, él se dio cuenta de lo mal que estaba actuando y se arrepintió. Nunca lo había hecho pero pidió perdón.  Ella se negó a perdonarlo. Sentía que no podía ni debía. Estaba tan lastimada que anhelaba castigarlo. Aunque era muy bella,  envejeció prematuramente. Su corazón y su rostro se endurecieron.

El impacto físico y emocional de la falta de perdón 

Dicen los médicos que un buen número de personas están enfermas física e incluso mentalmente porque están llenas de amargura. Por alguna razón sentimos que si no perdonamos al que nos ofendió «nos estamos vengando»,  pero la realidad es todo lo contrario. El que se niega a perdonar, se convierte en esclavo de la persona que le ha hecho daño.

¿Cómo?  Pues con el solo recuerdo de la situación o la persona, se enferman del estómago,  le sube la presión,  el azúcar,  les da dolor de cabeza y más.  Lo interesante es que la otra persona sigue adelante como si nada. En cambio, cuando alguien sí perdona, el primer beneficiado es la persona que perdonó.

Perdonar no es excusar ni olvidar

El perdón no depende de que la persona herida se olvide del problema. Mucho menos implica que en una situación de abuso, se sigan permitiendo las mismas acciones de antes. Más bien implica, que el ofendido deje en manos de Dios la consecuencia, castigo, venganza, o pago por la ofensa.

Es una decisión y un acto de confianza en Dios al dejar que Él tome el control. Pablo el apóstol dice: «Queridos amigos, nunca tomen venganza. Dejen que se encargue la justa ira de Dios. Pues dicen las Escrituras: “Yo tomaré venganza;  yo les pagaré lo que se merecen”,  dice el Señor» (Romanos 12:19).

El modelo de Jesús ante el perdón

Jesús nos dejó un modelo claro sobre el perdón en la oración conocida como el Padre nuestro. Él nos enseña a pedir a Dios perdón por nuestras propias faltas mientras perdonamos a quienes nos han ofendido. Esta es una invitación constante a reflexionar sobre nuestra actitud hacia los demás y nuestra relación con Dios. 

Perdonar no solo es un acto de obediencia, sino también una declaración de libertad. Cuando dejamos nuestras cargas en manos de Dios, abrimos espacio para la sanidad, el amor y la paz en nuestras vidas. Liberémonos de amargura,  enfermedades y venganzas inútiles.  ¡Vale la pena vivir en paz! 


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