Grandes Mujeres de la Fe: La Vida de Eugenia Price
Famosa escritora cristiana
Por Keila Ochoa Harris
Eugenia Price nació el 22 de junio de 1916 en Charleston, Virginia. Su padre era un dentista acomodado que siempre proveyó para su familia. Como todas las niñas buenas de su época, asistía a la iglesia, pero al llegar a la universidad se proclamó agnóstica.
Ambicionaba escribir pero decidió seguir los pasos de su padre y estudiar odontología en la Universidad de Ohio. Tres años después, en 1935, se convirtió en la única mujer admitida en la Escuela Dental Northwestern. Sin embargo, su verdadera vocación estaba en otro lugar.
Carrera en Radio y Televisión
Tres años después, hastiada de sus estudios, cambió de giro. Le ofrecieron trabajar para una serie de radio de la NBC, Al Cuidado de Aggie Horn. Ella aceptó y escribió para el show hasta 1942. Dejó la NBC para trabajar en Procter y Gamble en otro proyecto radial y luego fundó su propia compañía de radio y televisión, volviéndose una celebridad de la noche a la mañana.
Vivía en un lujoso departamento en Chicago, vestía las mejores ropas, viajaba en limusina, pero su descontento aumentaba con los años.
En una ocasión, escribió: «La vida es terriblemente pesada cuando has pasado toda tu vida convenciéndote a ti misma y a cuantos te rodean de que eres un éxito y luego tienes que serlo, o conseguir una manera de escapar de todo».
Conversión a Cristo
A los 33 años, durante unas vacaciones en Charleston, Eugenia se reencontró con Ellen Riley, una amiga de la infancia. A pesar de sus diferencias (Ellen no bebía ni fumaba, mientras que Eugenia lo hacía constantemente), su amistad se fortaleció.
Hablaron mucho de Dios durante ese tiempo. Eugenia, una agnóstica y atea por diez años, se defendió con uñas y dientes, pero finalmente, el 2 de octubre de 1949, en un hotel de Nueva York, entregó su vida a Cristo.
Esta decisión transformó su vida por completo. Eugenia abandonó su carrera en la radio, se negó a escribir historias de asesinatos y se enfocó en servir a Dios.
Un año después, se dio la oportunidad de que Eugenia continuara en la radio con un programa sobre historias verdaderas. Luego empezó a escribir para una editorial cristiana, convirtiéndose en la autora de cerca de 35 libros, con más de quince millones de copias vendidas.
Prueba de Fe y Crecimiento Espiritual
Cinco años después de su conversión, Eugenia atravesó una crisis espiritual, sintiéndose indigna de escribir sobre temas cristianos. Su amiga Anna Mow le dijo: «Por supuesto que todo lo que has escrito es verdad. No testificabas de Eugenia Price. Mientras te parabas sobre todas esas plataformas para hablar, testificabas de Cristo. ¡Y nada lo cambia a Él!».
Eugenia meditó en sus palabras toda la noche. Usó todas las técnicas que recordaba para hallar paz, pero nada sucedió.
Cierta mañana, su amiga Ellen le pidió que la despertara a las nueve. Faltaban cinco minutos, así que Eugenia ocupó el tiempo para pensar en su patética vida cristiana.
A través de la guía del Espíritu Santo, fue leyendo de cita en cita bíblica. Al terminar de leer, recordó que debía despertar a Ellen. Seguramente se le había hecho tarde, pero sorpresivamente, ¡eran las nueve en punto! Había leído todos esos textos en cinco minutos de tiempo terrenal, que se sintieron como un respiro de eternidad. Tuvo la certeza de que en Cristo estaba todo lo que necesitaba.
Su Legado Literario
Eugenia continuó escribiendo y sirviendo hasta su muerte en 1996. Entre sus obras más queridas se encuentran sus romances del Sur de los Estados Unidos durante la Guerra Civil siguen la saga de una familia en la isla de San Simons en Georgia. Esta trilogía obtuvo una gran audiencia entre los círculos cristianos y también fuera de ellos.
Reflexionando sobre su vida, Eugenia dijo: «Soy una creyente en Cristo Jesús». No dijo: «Soy hija de un renombrado dentista» o «Soy una exitosa escritora» o «Tengo un programa de radio».
También explicó su propósito al escribir: «Ya que me aburriría escribir un libro que no incluyera a Cristo, prefiero mostrar su intervención divina y cómo se involucra en la vida de las personas».
Lecciones de la vida de Eugenia
Eugenia disfrutó de la exquisita amistad de Ellen y Anna. Una le presentó el Evangelio, la otra le dio una palabra de exhortación en el momento adecuado. Nosotras podemos hacer lo mismo, pues no es lo que decimos lo que produce el milagro, sino lo que la Biblia predica.
Ellen no habló de sí misma, sino del Salvador. Anna no habló de sí misma, sino de su Señor. Nuestra meta debe ser conocer las Escrituras con tal exactitud que podamos tener la palabra correcta en diversas situaciones.
Sin duda el mejor regalo es Cristo, Eugenia lo reconoció así en medio de sus preguntas y valles espirituales, su historia no es impecable pero sí, real. Como ella podemos dar el mejor regalo a los demás: la oportunidad de conocer a Cristo por medio de nuestras propias vidas.
Famosa escritora cristiana