¿Cómo debe ser nuestro trato con los vecinos?

Foto por Adaía Boché

Respuestas de Proverbios

Por Elisabeth F. de Isáis (1925-2012)

Cualquiera que viva en un condominio de departamentos sabe que los conflictos son inevitables. A algunas familias les gusta hacer mucho ruido, y otras, prefieren la calma y tranquilidad. Unas personas son sociables y otras, optan por aislarse. Entre más cerca estamos los unos de los otros, las posibilidades de tensión crecen.

El asunto de cómo llevarse con los vecinos puede ser delicado. Es importante mantener un buen testimonio cristiano en el lugar donde vivimos. El libro de Proverbios tiene varios consejos al respecto. 

En primer lugar

Proverbios 25:17 dice: «Detén tu pie de la casa de tu vecino, no sea que hastiado de ti te aborrezca». Parece que el autor de Proverbios tuvo algunas experiencias desagradables con un vecino que molestaba demasiado. 

Es importante ser considerados en todo. Por amable que sea la vecina, no debemos abusar de su buena voluntad. Solo vayamos a su casa de vez en cuando, cuando nos invite.

Si nuestra vecina no es creyente, tendremos interés en hablarle del Señor. Pero si no tenemos el tacto para saber cuándo ir y cuándo no, podemos hacer daño a la causa de Cristo. 

Segunda advertencia

Proverbios 25:18 nos dice: «Martillo y cuchillo y saeta aguda es el hombre que habla contra su prójimo falso testimonio». 

Se espera que un cristiano nunca propague chismes ni repita algo desfavorable contra algún vecino. Sin embargo, a veces este terrible pecado se hace presente en la vida de forma tan paulatina que no nos damos cuenta, y cuando somos conscientes ya hemos arruinado la reputación de alguien.

En tercer lugar

El libro de Proverbios nos encarga ser bondadosos con los vecinos y con los menos afortunados: «El que carece de entendimiento, menosprecia a su prójimo; mas el hombre prudente calla» (Proverbios 11:12). Y dice también: «Peca el que menosprecia a su prójimo; mas el que tiene misericordia de los pobres es bienaventurado» (Proverbios 14:21). 

Cuando sabemos que todos somos creación de Dios, portadores de su imagen, y que la condición en que nos encontramos hoy es resultado de la gracia del Señor, no de algún privilegio al que somos merecedores, es imposible sentirnos superiores a los demás. 

Jesús nos enseñó por medio de su trato hacia los odiados samaritanos, que el cristiano ama a todos por igual. Por lo tanto, con nuestros vecinos debemos mantener una actitud de consideración y amabilidad. Y si existe alguno pobre o necesitado, busquemos la manera discreta de ayudar sin ofenderlo, ni hacer alarde de nuestra generosidad.

Para resumir el pensamiento de Dios en relación a los vecinos

Recordemos lo que dice Proverbios 3:27-29: «No te niegues a hacer el bien a quien es debido, cuando tuvieres poder para hacerlo, no digas a tu prójimo: Anda, y vuelve, y mañana te daré, cuando tienes contigo qué darle. No intentes mal contra tu prójimo que habita confiado junto a ti». 

¡Seamos los mejores vecinos!


Tal vez también te interese leer:

Anterior
Anterior

El fuego no se apaga con fuego

Siguiente
Siguiente

El salto que marcó mi vida