Cuando aún no es tu tiempo

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Boni ya llevaba varios días con mucho dolor en el vientre y sangrando. Era tanto su malestar que pensaba que iba a morir y ya había comenzado a ahorrar para el funeral

Por Boni Nájera Pérez

“Por favor Dios ayúdame, porque solo tú sabes lo que tengo”, oró Boni antes de quedarse dormida. En su sueño viajó lejos de su hogar a un lugar en el que había mucha luz y todo, incluyendo los ángeles, era blanco.

No tenía mucho tiempo de haber llegado cuando se presentó Jesús y le dijo: “Y tú, ¿qué haces aquí? Aún no es tiempo de que vengas, yo te necesito allá”. 

Boni ya llevaba varios días con mucho dolor en el vientre y sangrando. Pensaba que con un tecito se compondría y no quería preocupar a sus hijos. Pero otro de ellos llegó de visita y se dio cuenta que su mamá estaba muy mal. Al día siguiente la llevó a las 5 de la mañana al hospital.

Los médicos le diagnosticaron una severa gastritis y colitis y le dieron tratamiento para un mes. Sin embargo, se seguía sintiendo muy mal. Se daba ánimos al recordar lo que dice en Filipenses capítulo 4, versículo 13: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.  Era tanto su malestar que pensaba que iba a morir y ya había comenzado a ahorrar para el funeral. 

Cuando Boni despertó del sueño, en su casa estaban un médico y varios de sus familiares. “¿Qué hacen aquí?” les preguntó. “Has estado inconsciente y hemos estado muy preocupados” respondieron. Pero ella ya no se sentía mal. 

En otra ocasión, Boni tuvo un fuerte dolor de garganta. Sentía el cuerpo tan pesado que no podía casi moverse. Le dolían los pulmones y estaba muy débil. En uno de los peores días, intentó dormir y se acomodó de ladito porque era la única postura que le permitía estar menos incómoda. 

Al quedar dormida empezó a escuchar como en un sueño, unas voces que platicaban entre sí: “Mírala está enferma, se siente mal”, otra le contestaba: “Pero, ¿qué podemos hacer?” Alguien más decía: “Hay que ayudarla”. 

En eso Boni sintió como si jalaran su piel y de la parte de la garganta y de la espalda baja tomaran algo con lo que hacían una bola, como del tamaño de un melón, entonces veía que la arrojaban muy lejos. 

Cuando despertó, el dolor se había ido, estaba ligera y podía caminar sin problemas. Boni sabe que cada vez que ha sanado, Dios ha sido el que ha intervenido a través de su poder y gracia de forma sobrenatural y usando a los médicos y las medicinas.

Lo que Jesús le dijo ese día en su sueño fue cierto. Hoy, Él la usa para predicar su Palabra. A todos aquellos con los que tiene contacto los invita a leer la Biblia para que conozcan la Salvación que solo Cristo puede dar. Confiesa con seguridad: “Sé que el Señor está siempre al pendiente de mí y seguiré confiando en Él”. 

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