Serie Consejos de vida: El camino es tan importante como el destino

Foto por Cynthia Ramírez 

Foto por Cynthia Ramírez 

Seamos honestas con nosotras mismas

Por Sally Isáis

Me encanta encontrar atajos para llegar más rápido a cualquier lugar, en contraste con mi esposo, a quien le gustan las rutas más establecidas. Yo prefiero sentir que me estoy moviendo, aunque sea lento, que estar solo parada en el tráfico. Él siente que tomar los atajos en la mayoría de los casos, no es mejor, porque gastas más gasolina, te metes a lugares que no conoces e incluso el camino puede resultar más largo.

Por otro lado, hoy en día con el Waze, Google Maps y otras aplicaciones, podemos ir a lugares que ni siquiera sabíamos que existían.

Si seguimos las instrucciones arribaremos a nuestro destino. Claro que cuando no entendemos las indicaciones, damos mal una vuelta o decidimos ignorar la ruta porque “ya conocemos por ahí”, siempre se escucha el inconfundible:  “recalculando, recalculando”.

Desde muy pequeña aprendí, al ayudar a mi mamá a hornear, que en la repostería NO se podían tomar atajos. Aunque a mí me pareciera lógico, más rápido e incluso mejor, mis atajos en la receta siempre se veían y se saboreaban en el resultado final.

También intenté tomar atajos en el estudio. Para mis clases de piano, tenía que practicar un libro llamado Hanon. Era aburrido subir y bajar las escalas sin razón. Entonces, tocaba cada lección una vez o dos máximo (repitiendo un poco más las partes en las que me atoraba) y si me salía más o menos bien avanzaba a la siguiente.

Pronto aprendí que el valor del Hanon era precisamente la repetición. Poder tocar la escala “n” veces sin error, preparaba mis dedos y mi cerebro para piezas más complicadas. Saltarme el proceso, era en detrimento de mi aprendizaje presente y mi rendimiento futuro.

Aún tengo presente la voz de mi mamá: “Chula, recuerda que el camino es igual de importante que el destino. No puedes hacer trampa u obrar mal en el proceso, porque aunque aparentemente llegues a tu destino, el mal camino que transitaste le quitará mérito y validez a tu logro. No puedes disfrutar de algo que en realidad no es fruto de la honestidad, la verdad, el valor y el esfuerzo. Lo que en realidad vale la pena, implica esfuerzo y no se puede comprar”.

Entonces ya sea en un trabajo, el estudio, una amistad, nuestra relación con Dios, nuestro servicio al Señor y a otros, recordemos que el camino que transitamos es tan importante como el destino. Dicho en otras palabras: El fin, no justifica los medios.

¡Cuántas veces he tenido que atender al “recalculando” de mis acciones, por no obedecer los lineamientos marcados por Dios en la Escritura!

Seamos honestas con nosotras mismas, estemos dispuestas a pagar el precio de avanzar por el camino que quizá sea más largo, tedioso o difícil, pero es el correcto.

A diferencia del tráfico, en la vida los atajos nunca terminan bien, aunque así nos parezca en el momento. Pidamos la dirección de Dios, sigamos sus instrucciones descritas con claridad en la Biblia y llegaremos a nuestro destino con éxito.


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