El impacto nocivo del pan y su relación con lo que consumimos

Foto por Paola del Castillo

Somos lo que dejamos entrar en nosotros

Por Samar Dutré

Es alarmante descubrir que un alimento tan cotidiano y delicioso como el pan pueda causar daño a ciertas personas. Para quienes padecen celiaquía, el pan es perjudicial. Estos individuos no pueden consumir gluten, presente en el trigo, la cebada y el centeno, ya que les ocasiona graves problemas de salud, afectando su sistema digestivo y bienestar general.

Los expertos en nutrición suelen decir que «somos lo que comemos», una afirmación que refleja una gran verdad, evidente para algunos más que para otros. Pero esta frase no aplica sólo a la alimentación, sino también a los elementos que dejamos entrar en nuestras vidas.

El gluten de nuestras vidas

Si comparamos lo que le sucede a las personas con intolerancia al gluten con la manera en la que elegimos nuestros hábitos y relaciones, es evidente que muchas cosas que permitimos pueden ser tan dañinas como el gluten para los celíacos. En otras palabras, lo que consumimos no se limita al ámbito físico; también absorbemos contenidos, ideas y comportamientos que pueden afectar nuestra salud emocional y mental.

La cultura moderna parece tolerante con lo que vemos y escuchamos. Las imágenes provocativas, el lenguaje vulgar y las relaciones superficiales están a la orden del día. Las redes sociales, por ejemplo, han reemplazado las amistades cara a cara por innumerables «amigos virtuales». Todo este bombardeo de información, como un “pan nocivo”, afecta nuestra mente, emociones y, en última instancia, nuestras acciones.

El impacto de lo que consumimos

Un ejemplo impactante ilustra cómo influyen nuestras palabras y pensamientos. Una vez, un hombre mayor escuchó a un joven decir una mala palabra. El joven, apenado, se disculpó diciendo: «Perdón, se me salió». A esto, el hombre respondió sabiamente: «No me preocupa que se te salió, sino dónde se te metió».

Esta anécdota subraya la importancia de seleccionar cuidadosamente lo que absorbemos, desde el contenido que vemos en internet, hasta la música y las conversaciones que escuchamos. Como bien lo expresa el Evangelio de Mateo 12:35: «Una persona buena produce cosas buenas del tesoro de su buen corazón, y una persona mala produce cosas malas del tesoro de su mal corazón». En términos de informática, podríamos decir que «basura entra, basura sale».

Durante los tiempos bíblicos, se creía que el corazón englobaba tanto las emociones como la mente y las decisiones. Lo que dejamos entrar en nuestro interior, ya sea pan con gluten, contenido tóxico o influencias negativas, define quiénes somos y qué proyectamos al mundo. Por eso, construir en nosotros un “buen tesoro” es fundamental para reflejar bondad y salud.

Así como las personas con celiaquía deben evitar alimentos con gluten para proteger su salud, todos debemos ser conscientes de las influencias que permitimos entrar en nuestra vida para mantener un equilibrio emocional y mental. La clave está en ser selectivos con lo que consumimos y priorizar fuentes de energía, pensamientos y relaciones positivas que nos nutran, en lugar de afectarnos.

El resultado depende de aquello que nutre ese tesoro. Para sacar buenas cosas no debemos dar cabida a lo malo y viceversa. Por supuesto, la invitación no es a que seamos ermitaños, sino a elegir con inteligencia.

¡Escojamos sabiamente lo que entra en nuestra mente, ojos, oídos, para que lo que salga sea sano, de ánimo y bendición al que nos escuche!


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