Violencia familiar, ¿qué hacer?
Estrategias para prevenirla
Por Carmen Rendón de Sandoval
La prevalencia de la violencia contra las mujeres en nuestro país es alta. Prevenirla es tarea de muchos. A continuación están sólo algunas de las muchas estrategias que existen para la prevención de la violencia contra las mujeres, así como para salvaguardar su vida (y a sus hijos si es el caso), si ya está viviendo abuso y violencia.
1. Es importante educar sobre el trato amable y digno hacia las niñas y adolescentes. En el hogar el buen trato entre los cónyuges es ejemplo de relaciones armónicas. Se puede distinguir y evitar el trato áspero, grosero y abusivo entre las personas. El afecto, cariño y amor dan confianza y seguridad de que se está a buen resguardo. Todos deben conocer y entender que Dios valora al ser humano y Cristo mismo ofreció un buen trato a las mujeres, aun a las pecadoras. La Regla de Oro que enseñó Jesucristo es un buen preventivo y una indicación clara de la mejor manera de relacionarse unos con otros.
2. Enseñar y permitir comportamientos asertivos y no violentos. Si desde pequeños se les permite decir cuando una conducta, aunque sea del padre o la madre, los lastima y pueden expresar sus sentimientos, aprenderán a solicitar de manera apropiada lo que desean en vez de recurrir a alguna forma de violencia para obtenerlo. El ejemplo de los adultos es fundamental.
3. Fortalecer la espiritualidad y relación íntima con Dios. La obra del Espíritu Santo en nuestras vidas hace sensibles a las personas para reconocer cuando sus conductas son violentas. Vivir en el Espíritu es amar y obedecer a Dios y tratar bien a los demás. No se puede entender una vida espiritual fortalecida, si no hay por lo menos un trato amable hacia los demás. El Gran Mandamiento implica ambas cosas: amar a Dios con todo el ser y al prójimo como a uno mismo.
¿Qué hacer cuando las mujeres están en una situación de violencia?
Su comunidad de fe debe:
1. Escuchar con atención y empatía cuando la mujer decide hablar de la violencia de la que está siendo objeto.
2. Proteger a la víctima (e hijos si los hubiera). Proporcionarles seguridad, un refugio, algún lugar dónde quedarse.
3. Hacer responsable al abusador. No esconderlo ni minimizar la violencia.
4. No culpar a la víctima o responsabilizarla por lo que otro le hizo.
5. Canalizarla hacia la ayuda especializada. En estos casos se requiere de personas entrenadas para brindar la mejor atención.
6. Fortalecer la vida espiritual de la mujer mediante la oración y la consolación.
7. Ayudarla a reconocer que Dios está acompañándola, está interesado en su situación actual y en su destino final.
8. Ayudarla para que:
Llegue a verse y reconocerse a los ojos de Dios como una persona valiosa a pesar de lo que le haya dicho el abusador.
Encuentre en Dios la fuerza y fortaleza para cambiar su situación.
Descubra la compasión de Dios.
Confíe en que el Dios de la vida le puede ayudar a transitar de víctima a reconocerse como una persona digna de ser respetada, amada, valorada y capaz de recuperar su vida.
La mujer que es agredida debe:
1. Informarse de lo que puede hacer en esa situación. En muchas ciudades hay líneas telefónicas para ayuda de emergencia. Hablar con alguien de confianza y pedirle que la auxilie.
2. Tener un plan de seguridad personal. Ésta es una manera de prevenir que la violencia en su contra llegue a ser un asunto de vida o muerte. Por ejemplo:
Asegurarse de contar con un sitio a dónde ir.
Avisar a familiares o amigos del lugar al que acudirá en caso de emergencia. Si le da tiempo, llamarles para que estén enterados.
Tener a la mano teléfonos de emergencia: policía, cruz roja, etc. La sirena de alguna patrulla puede hacer que el agresor detenga la violencia aunque sea por un momento y eso le dé la oportunidad de escapar del peligro.
Tener las llaves de su casa (y automóvil si lo tiene) y dinero al alcance.
En casa evitar estar con el abusador en los rincones, es mejor acercarse a la salida. Evitar la cocina y el baño ya que en estos lugares pueden haber objetos que se usen como armas.
Preparar una «Mochila de emergencia» con antelación y asegurarse de llevar por lo menos: una muda de ropa (incluída la interior), documentos importantes como actas de nacimiento, identificaciones personales, tarjetas y documentos bancarios; implementos de aseo (cepillo de dientes, jabón, toallas sanitarias, pañales si los niños son pequeños); si hay niños, juguetes pequeños, algo de comida rápida (galletas, semillas, etc.); si cuenta con un teléfono móvil extra es bueno tenerlo en la mochila asegurando que se tiene saldo a favor y batería suficiente.
3. No aislarse. Hablar de la situación de violencia en que vive con alguien de confianza y que le pueda ayudar (vecinos, familiares, personas de la iglesia, etc.).
4. Hablar con sus hijos sobre la posibilidad de salir de casa en momentos de crisis, es decir, prepararlos. Es importante hacerlo de acuerdo a su edad.
5. Conformar una red de apoyo: Iglesia, familia, amigos, e instituciones.
6. Buscar su recuperación.
7. Una persona no puede controlar la violencia que ejerce otra, pero la víctima sí puede tener un plan de seguridad personal y decidir detener la propia violencia que se ejerce sobre otras personas. La violencia sólo desaparece cuando se detiene y esto puede suceder cuando se habla de lo que sucede y se denuncia al agresor.
Tomado de la revista Prisma 43-4, julio-agosto 2015