Un plan para Federico

Foto por Luis Caballero

Tal vez te preguntes si alguna vez harás algo grandioso

Por Madai Chávez

Pasó mucho tiempo sin que Federico existiera. Cuando por fin nació no muchos lo notaron. Corrieron los años. No era rico ni pobre, feo ni guapo. Se podría decir que simplemente era.

Federico quizá se llegó a preguntar para qué estaba aquí en la tierra. Creció y se dedicó al comercio. Se casó. Tuvo un hijo al que le quiso enseñar su oficio, pero este prefirió ocuparse en actividades más ingeniosas. Federico aceptó que su hijo se dedicara a aquello para lo que parecía tener talento y él y su esposa decidieron pagar por su educación.

Federico murió. Parecía ser que el único legado a su paso por la vida había sido la educación que él y su esposa le otorgaron a su hijo, un joven llamado Johannes Gutenberg. Muchos años después, como producto de sus estudios y de su mente creativa, Gutenberg inventó la Imprenta e hizo de la Santa Biblia el primer libro impreso en la historia. Hoy, gracias a su invento, tú y yo podemos tener un ejemplar de las Escrituras en nuestras manos.

Tal vez te preguntes si alguna vez harás algo grandioso y de impacto a la humanidad. Tal vez logres verlo o quizá no. Pero eso no quiere decir que Dios no puede usar tu vida para un plan maravilloso. Él te hizo. Te conocía antes de nacer. Te amó y te dio un propósito.

Sin importar lo que creas, quieras o hagas, nada evitará que Dios cumpla su plan eterno. Hay un plan mucho más grande que tú. Entonces, ¿por qué no pedirle que te use para su gloria y para llevar a cabo el plan para el que fuiste diseñado? Después de todo, él es el Diseñador, ¿o no?

«Él cuenta el número de las estrellas; a todas ellas llama por sus nombres. Grande es el Señor nuestro, y de mucho poder; y su entendimiento es infinito» (Salmo capítulo 147, versículos 4 y 5).

Tomado de la RP 43-4, julio-agosto2015

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