Tu tiempo con Dios

Foto por Sara Trejo

El problema radica en que hemos dejado que lo urgente se convierta en un dictador en nuestra vida

Por Sally Isáis

El estar tan ocupados que no tenemos tiempo para cosas que consideramos importantes, es algo con lo que creo todos nos podemos identificar.  

El problema radica en que hemos dejado que lo urgente se convierta en un dictador en nuestra vida, en vez de darle lugar a lo importante. El tiempo con Dios en oración y leyendo su Palabra, empieza con disciplina. No es fácil. Sabemos que lo tenemos que hacer, pero siempre hay algo más urgente. Así como nos levantamos a bañar, nos vestimos y salimos a estudiar o trabajar cada día, nuestra rutina diaria debe incluir la disciplina de buscar tener un tiempo de comunión diaria con Dios.  

Esto es en especial difícil si tenemos niños pequeños que requieren de atención constante. También es complicado si tenemos un trabajo fuera de casa y trabajo dentro de ella, relaciones, amigos y demás situaciones que demandan de nuestro tiempo. No importa si somos solteros o casados, parecen haber cientos de situaciones y personas que demandan de nuestro tiempo incondicional. 

Por otro lado, Dios aunque es soberano, no es un tirano. Más bien anhela que pasemos tiempo con Él, pero no de prisa o por fuerza. Él nos espera con los brazos abiertos para hablarnos, consolarnos, escucharnos, bendecirnos y llenar nuestro espíritu con aliento y fuerzas nuevas para cada día. 

Si vivimos en familia, es muy probable que al final del día compartamos sobre cómo nos fue. Dios también quiere ser parte de eso. ¿Cuál fue nuestro mayor reto? ¿Quién nos hizo enojar? ¿Ya perdonamos? ¿Qué nos trajo gozo o satisfacción? ¿Qué nos preocupa? Platiquemos con Él  y busquemos su sabio consejo.

Alguna vez alguien dijo: Si uno no tiene su tiempo devocional un día, Dios lo nota. Si fallamos más días, nosotros lo notamos, pero si fallamos una semana, todo el mundo lo nota. 

Algunas acciones que nos pueden ayudar a ser disciplinados en esta área devocional son:   

1) Identifiquemos algo en lo que invertimos tiempo todos los días. Podría ser entrar a facebook, prender el celular, leer correos electrónicos, etc. Decidamos no hacerlo sin antes pasar un tiempo de calidad con el Señor Dios todopoderoso. No tiene que ser una hora, ni media hora, pero sí un tiempo en el que recibimos instrucciones, nos ponemos a sus órdenes y le pedimos su bendición. Al paso del tiempo nos será cada vez más fácil porque se convertirá en una disciplina.  Después de tener nuestro devocional, entonces sí, sigamos con nuestro día.  

2) Quizá somos el tipo de persona que se aquieta más en la noche. Si es así, entonces decidamos que antes de meternos a la cama, o ponernos la pijama, o bañarnos, desmaquillarnos o ver los mensajes por última vez, vamos a pasar un rato en presencia de Dios. 

3) Sería bueno que iniciáramos haciendo apuntes en una libreta, de lo que Dios nos dice cada día y las cosas que ponemos delante de Él en oración.  Eso nos ayuda a enfocarnos y además con el paso del tiempo veremos las respuestas. 

4) No olvidemos que nuestro Dios es santo y aunque nosotros fallamos mucho, su promesa es fiel cuando dice que si «confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad» (I Juan 1:9).   

5) A veces estamos tan cansados que solo tenemos fuerzas para llegar a Dios y recostarnos sobre su regazo. Si es así, Él quiere tomarnos en sus brazos y dejarnos descansar. No tenemos que «hacer » nada. No busquemos en actividades y en otras personas lo que solo Dios nos puede dar. 

6) No olvidemos que Dios es quien se especializa en darnos segundas, terceras, cuartas y más oportunidades. Nunca es tarde para regresar a Él. Mientras tengamos vida, Él estará esperando. Sólo que entre más nos tardemos en regresar a Él, más sufrimos nosotros. 

Si hemos batallado para tener un tiempo devocional, hoy es un buen momento para reiniciar la disciplina de pasar tiempo con el Rey de reyes y Señor de señores. Sin lugar a dudas veremos la recompensa.  

Tomado de la revista Prisma 43-1

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