Mantengamos las relaciones en orden

Foto por Phil Eager

3 consejos prácticos

Por Sara Trejo de Hernández

A lo largo de la vida tenemos trato con muchas personas, ¿en qué estado están esos lazos? No es algo en lo que pensamos cada día, pero sería bueno tomar un tiempo para hacerlo, por nuestra salud emocional y espiritual.

Si consideramos nuestras relaciones, las podemos clasificar de la siguiente manera:

1.Las que nos dan salud y alimento. 

Todas las relaciones son de doble vía y tenemos que reconocer que es importante dedicarles atención. Así como recibimos tiempo, palabras de aliento, escucha atenta, acciones positivas u obsequios, también debemos estar dispuestos a corresponder de la misma manera. 

Un peligro en este tipo de relación es pensar que no tenemos que hacer nada más que recibir. Si actuamos así, nos convertiremos en la relación dañina de alguien más.

2. Las que hemos dejado sin solucionar.

Son aquellas que nos causan gastritis, colitis, dolor de estómago y pesadillas. Mientras no las recordamos estamos bien, pero nada más vemos a la persona o escuchamos su nombre, nos sentimos incómodos. 

Esto no es necesario, deberíamos resolver esa situación para tener salud física, mental, emocional y espiritual. Si tenemos que perdonar, hagámoslo lo más pronto posible. Tal vez debamos pedir perdón también. Jesús dijo: «Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda» (Mateo 5:23 y 24).

La obediencia siempre da buenos resultados. Si seguimos el consejo recibiremos esa paz que viene directamente del cielo.

3. Las relaciones que definitivamente nos causan daño y ocasionan dependencia. Son agresivas, manipuladoras, impositivas o buscan sacar provecho de nosotros.  

Reconocer que estamos involucrados en una de ellas, nos ayudará a liberarnos. Es importante ver los patrones y poner tierra de por medio con ellos si es posible. Buscar ayuda de un profesional en la materia es muy saludable. De preferencia alguien que tenga valores Cristocéntricos.

Dios está interesado en que tengamos gozo, y todo  el fruto de su Espíritu. Cuando estamos en una relación inadecuada de amistad o noviazgo, no hay fruto. Se deja de practicar la paz, la paciencia, la bondad, la benignidad, la fe, la mansedumbre y la templanza.

Como no somos tan fuertes, recurramos a Cristo, quien nos puede rescatar para volver a la vida plena que él tiene para nosotros. 

Tomado de la revista Prisma 42-6

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