El matrimonio: ¡Bueno para la salud! 

Foto por Iraís Téllez

Descubre las ventajas

Por Margarita Hord de Méndez

Poco antes de que me casara con su tío, mi futura sobrina me preguntó por qué nos casábamos. Le traté de explicar que nos queríamos y sentíamos que Dios deseaba que lo sirviéramos juntos. Más práctica que yo, la niña exclamó: «¡Mi tío no quiere llegar a viejito y estar solito!».

Evitar la soledad es una de las razones por las cuales las parejas se unen, pero además a la larga esa unión puede tener ventajas para la salud. Varios estudios han dado fuerte soporte para este concepto.

Una revista de oncología reportó sobre un estudio en los Estados Unidos en 2013 que a los pacientes con cáncer que tenían un cónyuge les iba mejor que a los que estaban solos. Analizaron los datos de más de 700,000 pacientes durante cuatro años, y descubrieron que los solteros tenían probabilidades 17 % mayores de ser diagnosticados con cáncer metastático (que se difunde a otras partes del cuerpo) y 53 % mayores de no recibir el mejor tratamiento. Los casados tendían a vivir 20 % más que los solteros, viudos y divorciados. 

Tal vez los que todavía no se casan y lean lo anterior piensen: «Mm, pues ¡mañana me caso!». Sin embargo, hace falta fijarse en el tipo de matrimonio que se piensa formar. El equipo concluyó que los beneficios de un matrimonio feliz son comparables o mejores que los de la quimioterapia.

Existen también muchas investigaciones con resultados semejantes sobre otros tipos de enfermedad. Una unión feliz reduce el riesgo de los infartos de corazón y cerebrales. Triplica las probabilidades de sobrevivir después de un bypass coronario.  Baja la producción de hormonas del estrés y mejora la respuesta del sistema inmune. Por otro lado, un matrimonio malo puede elevar la presión arterial y debilitar ese sistema.

Se han repetido descubrimientos similares en todo el mundo. En Shanghai, el matrimonio se asoció con tasas más bajas de mortalidad por cualquier causa y en especial por la enfermedad cardiovascular. 

Las tasas del matrimonio han bajado en forma drástica en el último siglo, en los Estados Unidos, desde 1970 casi 60 por ciento. En Canadá, desde 1981 los casos de unión libre se han cuadruplicado.

Es posible que algunos se pregunten si tendría los mismos beneficios cohabitar con la pareja, aunque no estén casados. Lo sorprendente es que ¡no es así! Los investigadores descubrieron que estas uniones, aunque se asemejan al matrimonio de muchas maneras, no ofrecen el mismo efecto protector.

Para constatar esto, se puede ver el caso de Quebec, donde hay una tasa mayor de cohabitación con el 38% de las parejas, a diferencia del resto de Canadá con el 15 %. Pero aun allí esas relaciones tienden a ser de menos duración que los matrimonios, y menos comprometidas. Para los que viven en unión libre, el hecho de casarse reduce el riesgo de divorcio por el 50 %, según la investigadora Céline Le Bourdais de McGill University. 

La falta de estabilidad ayuda a explicar el hecho de que tiene menos ventajas la cohabitación que el matrimonio. En un estudio de Michigan State University en 2012, se encontró que los casados vivían más tiempo que los que vivían en unión libre. Estos tienen menos intención de juntar sus ingresos y el hecho de que se separan con más frecuencia contribuye al estrés. Además, los que cohabitan tienen niveles más bajos de ingresos y de estudios, factores que influyen en su salud. 

Los estudios científicos muestran otras ventajas del matrimonio; por ejemplo, la presencia de una pareja cariñosa reduce el estrés y el dolor. Los que viven en una relación amorosa y segura tienen un ritmo cardiaco más bajo y menos hormonas del estrés. 

Algunos países, al conocer estos datos, están buscando la manera de apoyar más el matrimonio. El primer ministro David Cameron escribió en el 2013: «El matrimonio es bueno para Inglaterra; por eso lo estoy respaldando con una exención tributaria». 

Para los que no se casan o quedan solos en algún momento de sus vidas, los científicos y prestadores de servicios médicos están buscando maneras creativas de imitar los efectos del matrimonio. Una manera de hacer esto podría ser formar grupos de apoyo.

¿Y la iglesia? Los estudios no mencionan esta posibilidad, pero es obvio que la comunidad cristiana puede ofrecer más consejería para matrimonios inestables. Células de ayuda, sobre todo para adultos solos, pueden ofrecer otras redes sociales para funcionar como «familia» y estar pendientes el uno del otro. La congregación en sí debe hacerse más consciente de la importancia de cada uno en el cuerpo y procurar que cada miembro se sienta parte de él y contribuya con sus dones y talentos. 

Si estamos casados, procuremos una unión saludable.  Si no lo estamos, asegurémonos de fortalecer nuestra red de amistades y fomentar la misma dentro de nuestras iglesias y comunidades. 

(Datos de la revista Maclean’s, enero 13, 2014)

Tomado de la revista Prisma 42-6

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