Hoy vi a una mujer llorar

Foto por Phil Eager

Descubre la razón

Por Cesia Carrillo Clemente

Hoy vi a una mujer llorar como niña, por algún error que cometió. Si fueran medibles los pecados, confieso que en mi percepción su llanto hasta era exagerado, pues a pesar de todo, ese error parecía justificado. Sin embargo, algo tan pequeño para alguien que ama a Dios, es como la perdición.

Ni a derecha ni a izquierda debemos inclinarnos. O somos fríos o calientes, porque lo tibio el Señor lo vomitará. No se trata de religiosidad o de ser tachado de santurrón. Se trata de amar a Cristo, a aquél que su vida entera entregó por nosotros en la cruz.

Tampoco significa jugar a la Iglesia, a cantar, leer, orar, sentarse y salir con una gran sonrisa de un culto dominical. Más bien implica ser valientes y enfrentar al mundo viviendo de manera diferente, como Cristo nos enseñó. «Sé fiel hasta la muerte y yo te daré la corona de la vida» nos dice el Señor. 

La salvación es por gracia por medio de la fe y no es por obras, para que nadie se gloríe, dice el apóstol Pablo y añade: «somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas» (Efesios 2:8-10).  

Tenemos mucho que hacer entretanto llega ese día cuando escuchemos la voz del Dios eternal: «Bien, buen siervo fiel, entra en el gozo de tu Señor». 

Tomado de la revista Prisma 42-6

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