Fructificar en la vejez

Foto por Diana Gómez

¿Cómo lo logramos?

Por Sara Trejo 

La expresión: «la edad de oro», por un lado se relaciona con lo dorado del cabello en la vejez y por el otro con el aspecto gracioso de decir: «oro por mi rodilla, oro porque no me suba el azúcar u oro por mi presión arterial».

Cuando empezamos a envejecer ya no tenemos la misma vitalidad y nuestros reflejos se vuelven más lentos. El cuerpo se desgasta y empiezan a fallar la circulación, la vista, la dentadura y más. Las frases «antes no se me olvidaban las cosas» o «esta comida nunca me había caído mal», se vuelven parte del lenguaje cotidiano.

Sentimos temor de que un día no vamos a poder valernos por nosotros mismos, y entonces ¿qué vamos a hacer? ¿Habrá alguien que cuide de nosotros? ¿Tendremos el servicio médico necesario?  

Por todo esto, el ser anciano no es un pensamiento grato.  Nos negamos a envejecer y recurrimos a la cirugía plástica o a las cremas anti arrugas. De ahí que existan dichos que aunque contienen mucho de verdad, tratan de negar esta realidad, como: «Sigo siendo joven por dentro» o «la vejez es un estado mental». 

Sin embargo, aunque nos disguste la idea, la realidad es que de seguir vivos llegaremos allí.  Pero ¿qué tipo de adulto mayor seremos?  

¿Quiénes fructificarán en la vejez? El Salmo 92, versículos 12 al 14 dice: «El justo florecerá como la palmera; crecerá como cedro en el Líbano. Plantados en la casa de Jehová, en los atrios de nuestro Dios florecerán. Aun en la vejez fructificarán; estarán vigorosos y verdes».

Esta es la clave para lograr ese futuro. Buscar al Creador del universo y vivir plantados en su casa, conviviendo con Él, aprendiendo a ser una persona feliz, sabia, agradecida, trabajadora, santa, obediente y libre del temor al futuro. De esa manera, cuando seamos viejitos la gente que conviva con nosotros disfrutará de nuestra compañía. Sí se puede fructificar en la vejez. ¡Seamos ejemplo!  

Tomado de la revista Prisma 42-5

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