Facebook y la fe

Foto por Andrea Hernández

Piensa, antes de publicar en tu Facebook

Por Margarita Hord de Méndez

Nos dicen que los principios bíblicos son eternos y aplican en todas las edades, pero en ocasiones nos preguntamos qué tanto tienen que ver en este mundo de correos electrónicos, teléfonos inteligentes y redes sociales. Tenemos fe en Dios pero pensamos que a fin de cuentas, la Biblia es anticuada, ¿no?

Aunque los medios han cambiado, al fin representan lo mismo: la comunicación. Créanlo o no, muchísimos pasajes de la Palabra de Dios tienen que ver con este tema, con los mensajes que enviamos. No necesariamente tenemos que estar escribiendo versículos bíblicos o videos cristianos para compartir nuestra fe; nuestra actitud en general dice mucho más.

¿Por qué publicamos algunos detalles o fotos? Esa fiesta, ese capuchino, esa prenda nueva, esos kilómetros que corrimos. . . ¿es por presumir? Por un lado es agradable compartir lo que nos enorgullece o por lo que estamos agradecidos, pero si constantemente estamos buscando la aprobación de los demás, es hora de cuestionar nuestro propósito. ¿Estamos confiando en esfuerzos y logros humanos como la fuente de nuestra significancia, o en el poder de Dios? El apóstol Pablo también habla de que nuestro ego está crucificado con Cristo (Gálatas capítulo 2, versículo 20) y nos recuerda: «No sean egoístas; no traten de impresionar a nadie» (Filipenses capítulo 2, versículo 3, NTV).

Digamos que alguien está molesta porque su galán la dejó plantada y lo quiere ventanear en su «feis». ¿Qué tiene de malo? «Si se enojan, no pequen» (Efesios capítulo 4, versículo 26). ¿Es correcto echar humo por las narices y hacerle saber a todo el mundo que está enfadada, cuando todavía no averigua si tuvo un accidente, si se le acabó el crédito del celular o si tenía tanto trabajo que se le pasó la cita que tenían? Recordemos también la privacidad que se debe respetar en ciertos tipos de mensajes.

Nuestros amigos publicaron fotos de un convivio que se ve muy divertido. Queremos comentar con sarcasmo: «¡Gracias por invitarme!» Pero ¿vale la pena arruinar esa amistad por mostrar celos? «Que todo se haga para edificación» nos exhorta el apóstol Pablo en su primera carta a los Corintios, capítulo 14, versículo 26. Este pasaje nos hace pensar dos veces antes de publicar el chiste pasado de color, el chisme nada edificante, la foto embarazosa y muchos comentarios que nada tienen de positivo. En otra parte se nos instruye: «No salga de vuestra boca ninguna palabra mala, sino solo la que sea buena para edificación, según la necesidad del momento, para que imparta gracia a los que escuchan» (Efesios capítulo 4, versículo 29). 

Otro pasaje que se puede aplicar a lo que pensamos y también a lo que expresamos es el siguiente: «Concéntrense en todo lo que es verdadero, todo lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo bello y todo lo admirable. Piensen en cosas excelentes y dignas de alabanza» (Filipenses capítulo 4 versículo 8). Reflexionemos: ¿Es verdad lo que queremos decir? ¿Es necesario? ¿Es positivo y edifica a los demás?

Los Proverbios tienen mucho que decir acerca del lenguaje. A continuación, algunos de los «tips» que ofrecen: 

No te expreses de manera ofensiva: «Evita toda expresión perversa; aléjate de las palabras corruptas» (Proverbios capítulo 4, versículo 24).

Trata de influir para bien: «Las palabras de los justos son como una fuente que da vida» (Proverbios capítulo 10, versículo 11a). «Los labios del justo hablan palabras provechosas» (Proverbios capítulo 10, versículo 32a).

  • Piensa cómo motivar a otros: «Las palabras del justo animan a muchos» (Proverbios capítulo 10, versículo 21a).

  • Procura sanar, no destruir: «Algunas personas hacen comentarios hirientes, pero las palabras del sabio traen alivio» (Proverbios capítulo 12, versículo 18). «Los que no tienen a Dios destruyen a sus amigos con sus palabras» (Proverbios capítulo 11, versículo 9a).

  • Pide a Dios sabiduría para tener un impacto real: «Las palabras sabias producen muchos beneficios» (Proverbios capítulo 12, versículo 14a).

  • Prefiere siempre la verdad: «Las palabras veraces soportan la prueba del tiempo, pero las mentiras pronto se descubren» (Proverbios capítulo 12, versículo 19). Para completar esta idea, en el Nuevo Testamento se nos recomienda hablar la verdad en amor. 

  • Procura la suavidad y la amabilidad: «Las palabras suaves son un árbol de vida; la lengua engañosa destruye el espíritu» (Proverbios capítulo 15, versículo 4). «Las palabras amables son como la miel: dulces al alma y saludables para el cuerpo» (Proverbios capítulo 16, versículo 24). Recordemos que la forma en que respondemos a otros puede quitar la mecha de sus emociones dañinas: «La respuesta apacible desvía el enojo, pero las palabras ásperas encienden los ánimos» (Proverbios capítulo 15, versículo 1).

  • No te expreses de forma precipitada: «El corazón del justo piensa bien antes de hablar» (Proverbios capítulo 15, versículo 28a). «Los que controlan su lengua tendrán una larga vida» (Proverbios capítulo 13, versículo 3a).

  • Controla tus palabras: «Toma control de lo que digo, oh SEÑOR, y guarda mis labios» (Salmo 141, versículo 3). En Eclesiastés capítulo 3, versículo 7 Salomón nos advierte que hay «un tiempo para callar y un tiempo para hablar». Tengamos discernimiento para saber la diferencia. En muchos casos, no es provechoso meternos en polémica, y decir todo lo que pensamos no muestra sabiduría ni prudencia. 

Uno de los pasajes más famosos de la Biblia es el que habla del amor verdadero, se encuentra en la primera carta de Pablo a los Corintios capítulo 13. Si hemos recibido ese amor de Cristo, debe influir en nuestras palabras y acciones. No seremos vanidosos, criticones, ofensivos ni celosos. Seremos pacientes y aguantadores. Nos alegraremos cuando la verdad triunfa. Cuando hacemos comentarios sobre lo que expresa uno de nuestros contactos, ¿mostramos ese tipo de amor?

Por lo general el Facebook de alguien resulta ser una manera muy atinada para conocer a esa persona y sus prioridades. ¿Qué tal nuestra página? «De la abundancia del corazón habla la boca», dijo Jesús (Lucas capítulo 6, versículo 45b). ¡Que nuestras palabras y lo que compartimos reflejen los valores bíblicos que guían nuestro corazón!

La Palabra de Dios es «viva y eficaz» y se puede aplicar en todo tipo de situación. Meditemos y sumerjámonos en ella y permitamos que el Espíritu del Señor controle nuestro actuar, hablar… y lo que escribimos.

Tomado de la revista Prisma 42-3


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