El Creador del sol
El único digno de adoración
Por Felipe Güereña A.
El sol quizá sea el dios que más se ha adorado en toda la historia de la humanidad. Existe un dicho popular que dice que el sol es la cobija del pobre. En el mundo antiguo y en toda América hay múltiples restos del culto que se le daba al sol.
Muy cerca de la capital de México, hacia el norte de la ciudad, se conserva la zona arqueológica de Teotihuacán, llamada también Ciudad de los dioses. La pirámide más alta estaba dedicada a la adoración del sol.
Durante el principio de la Colonia, muchos de los indios acudían a la pirámide del sol para hacer sus cultos. Eso provocó que los españoles destruyeran muchos de los templos de esta regia ciudad, así como los documentos que se encontraban allí. Sin embargo, el sitio aún conserva elocuentes vestigios de la civilización teotihuacana, una de las culturas más importantes de Mesoamérica.
Los indígenas al norte de América también tenían como su dios al sol. Los cheyennes creen que su raza proviene del sol. La leyenda cuenta que una mujer preñada por el dios-sol vino a la tierra y de ese modo, surgió el pueblo Cheyenne.
Todavía, en la actualidad, como muchos indígenas del continente, tienen bailes específicos para agradar al dios sol. Nuevas prácticas religiosas también popularizan el rito al sol. En las montañas se pueden encontrar pedazos de telas nuevas y modernas dedicadas específicamente al sol.
A los hebreos se les prohibió adorar al sol. En el Antiguo Testamento, de la Biblia, se explica una y otra vez que no debían tener dioses ajenos. Sin embargo algunos rebeldes, (como se describe en el libro de Ezequiel capítulo 8), de espaldas al templo y sus rostros postrados hacia al oriente, adoraron al sol. Por cierto, esta costumbre todavía se practica en países del oriente, como en China.
Muchos científicos dicen que el sol, la luna y todos los demás astros celestes fueron accidentes. Dentro de la teoría de la evolución nada está predestinado.
Creer que el sol es un accidente de la naturaleza requiere mucha fe en un credo ilógico. Parece ser que el pagano antiguo que adoraba al sol, tenía más respeto y entendimiento del sol como cosa extraordinaria, que algunas personas letradas de nuestra época. Para explicar todo lo portentoso del sol, es necesario reconocer que existe algo divino en ello.
La Biblia dice que los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos (Salmos capítulo 19). No son millones de accidentes celestiales, sino un sin número de prodigiosos hechos de la naturaleza que nos hablan del Creador. Tan sólo el sol es suficiente para invitarnos a reflexionar sobre Dios.
La ciencia explica que si el sol estuviera tan sólo centímetros más lejos de nuestro planeta nos congelaríamos y si estuviera un poco más cerca entonces nos quemaríamos. ¿Cómo es que se encuentra en ese lugar tan preciso? Dice San Pablo, en la Biblia, que el eterno poder de Dios se hace claramente visible por medio de las cosas hechas, de modo que nadie tiene excusa para no reconocerlo y adorarlo.
Nuestros antepasados quisieron conocer al Creador del sol y oraban a ese Dios desconocido que es más grande que el mismo astro. Dios mandó a mensajeros y su Palabra, la Biblia, para mostrarles a los hombres quién es el único y verdadero Dios, el Creador del cielo y la tierra. ¿Y tú, ya lo conoces?
Tomado de la revista Prisma 42-4