Cómo educar a los hijos
Considera los consejos
Por Elisabeth F. de Isáis
Antes de ser padres, teníamos muchas convicciones acerca de la educación de los niños. Creíamos tener una respuesta ideal para todos los problemas de la familia. Pero cuando ya tenemos los propios, la confianza disminuye, poco a poco nos damos cuenta de la complicada tarea.
Al avanzar los hijos hacia la adolescencia, casi llegamos al punto de creer que no sabemos nada, porque es muy difícil resolver todas las dificultades que se presentan. ¡Qué diferencia hace la experiencia en carne propia!
Los estudios actuales han reconocido, más y más la grandísima importancia de los años de infancia, en la formación del carácter y la personalidad. Aun en la edad adulta las impresiones de la niñez impactan las actitudes más íntimas. No somos víctimas de ellas, ni nos controlan, pero sí nos afectan.
Tomando en cuenta que esa etapa es importante para la formación de una persona estable y útil a la sociedad, y que la tarea de educar a los niños es complicada y difícil, es conveniente pensar seriamente en el asunto.
¿Cómo nos podemos preparar para ser buenos padres? ¿En dónde aprendemos a resolver los problemas del hogar? ¿Cómo disciplinar a los hijos? ¿Qué peligros se deben evitar? Por fortuna en la Biblia encontramos enseñanzas, ilustraciones, mandamientos, y otras ayudas para evitar el fracaso en el hogar. Tener hijos es parte del plan de Dios, y Él no quiere que llevemos a cabo una tarea tan importante solos.
El libro de Proverbios enfatiza lo peligroso que es para los hijos varones el vino y las mujeres. Amonesta a los jóvenes a buscar la sabiduría de Jehová a confiar en Él. También dice que hay que trabajar en forma responsable para progresar en la vida. Repite que la verdad debe ser la base de todas las acciones.
Todos estos preceptos son útiles para nuestros hijos, y debemos enseñárselos día con día.
La esposa de Billy Graham testificó en una ocasión que la lectura diaria de un capítulo de Proverbios le había servido muchísimo en la solución de sus problemas diarios con sus hijos.
Otra enseñanza de los Proverbios tiene que ver con la disciplina de los niños.
Hoy en día existe mucha confusión al respecto. Durante algunos años prevalecía la idea de que era malo castigar a los hijos, pero ahora que una generación de jóvenes indisciplinados está demostrando los resultados de esa filosofía, vemos que eso no funciona. Parece que después de todo, las cosas iban mejor cuando se aplicaba la autoridad de los padres.
Dice Proverbios en el capítulo 29, versículo 17: «Corrige a tu hijo, y te dará descanso, y le dará deleite a tu alma».
Otros textos de este libro también enseñan la importancia de la disciplina. Proverbios capítulo 22, versículo 15 dice: «La necedad está ligada en el corazón del muchacho; mas la vara de la corrección la alejará de él». Proverbios capítulo 23, versículos 13 y 14 declara: «No rehúses corregir al muchacho; porque si lo castigas con vara, no morirá. Lo castigarás con vara, y librarás su alma del Seol». Si creemos que cada ser humano nace con una tendencia hacia el pecado, tenemos que luchar en contra de esa maldad. Y ciertamente la experiencia nos muestra la veracidad de la doctrina bíblica en cuanto al pecado original de todos.
Por supuesto es necesario recordar también que el castigo no debe ser demasiado fuerte, ni aplicado con sadismo o saña, sino con amor, comprensión, acorde a la falta y con una explicación al muchacho en cuanto a la razón del castigo.
Los padres que castigan exageradamente, merecen toda la fuerza de la ley. El espíritu del niño es delicado y fácil de impresionar para toda la vida. Disciplinemos, sí, pero con inteligencia y cariño. No quebrantemos la relación amorosa de la familia. Demos seguridad emocional al niño.
La carta de San Pablo a los Efesios, capítulo 6, versículo 4, manda: «Padres, no hagan enojar a sus hijos con la forma en que los tratan. Más bien, críenlos con la disciplina e instrucción que proviene del Señor» (NTV).
Quizá el texto más citado del libro de Proverbios se encuentra en el capítulo 22, versículo 6: «instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él». Muchas personas toman este texto como una promesa, pero en realidad aquí dice algo muy distinto. El énfasis es sobre la instrucción que damos al niño. Él aprende por nuestro ejemplo, sí, pero también por medio de una enseñanza muy definida, tanto en el hogar como en la Iglesia. Debemos instruirlo con cuidado. Con la Biblia en mano tendremos éxito como padres.
Tomado de la revista Prisma 42-4