A mi padre

Un reconocimiento amoroso

Por Sally Isáis

A ti, que sin ser perfecto, Dios te escogió para ser imagen de lo perfecto: Dios Padre.

Gracias por tratar de ejemplificar el amor de Dios por sus hijos.

Gracias por la disciplina.

Gracias por las miradas que dicen mil cosas sin decir. “No estoy enojado” contestas, aún cuando yo lo veo en tus ojos. Si insisto, aseguras que no te los puedes cambiar.

Gracias por los errores y la valentía de decir: “Lo siento”.

Gracias por obligarme a decir: “Lo siento” aún cuando yo no lo quería hacer.

Gracias porque a pesar de las tentaciones que sé que tuviste, te mantuviste fiel a mi madre y me diste la seguridad de un hogar estable.

Gracias por enseñarme que el matrimonio no es todo dulzura y que a pesar de eso, tenemos que ser fieles.

Gracias por perdonarme y no rechazarme cuando te critico o te ofendo.

Gracias por tu amistad.

Gracias por creer en mí y darme la oportunidad de desarrollar mis dones.

Gracias porque aunque eres falible y vulnerable, has mostrado consistencia en el servicio y amor al Señor Jesucristo y has sido ejemplo de la misericordia y bendición de Dios para los que le sirven.

Gracias porque aunque no tuviste un padre terrenal, te has esforzado en ser un excelente padre para mí.

Gracias porque a pesar de todo lo que pudiera suceder, nunca dudé de tu amor por mí.

Te amo papi. Muchas gracias.

Tu hija, Sally

Tomado de la revista Prisma 43-3, mayo-junio 2015

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