¿Materialista, yo?

Foto por Sergio Mendoza

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"Lo innecesario, aunque cueste solo un céntimo, es caro"

Por Elisabeth F. de Isáis (1925-2012)

El famoso Séneca dijo: “Lo innecesario, aunque cueste solo un céntimo, es caro”. Pareciera que en los tiempos actuales ya no aplica. Sin embargo tiene un buen punto. Debemos ejercer mucho cuidado con cada uno de nuestros gastos.

Es notable que las personas que vivieron durante el terrible período de la depresión en los años 30, vivieron de manera más limitada que las personas nacidas después. Cuando simplemente no existía dinero para gastar, cada centavo valía muchísimo y la gente vivía con el mínimo en todas las áreas.

Después, cuando la situación mejoró un poco, ya tenía costumbres de economía muy estrictas. Estaba contenta con menos y cuidaba su dinero. Para ellos tan solo pensar en las fotos de los raquíticos niños que morían de hambre en otras partes del mundo, frenaba sus deseos de gastar.

No es necesario pagar una cena de lujo cuando podemos ahorrar algo de ese dinero y mandarlo a una obra de amor cristiano. Sabemos que hasta una ofrenda de cien pesos puede ser usada para salvar una o más vidas. ¡Qué importante es mantener nuestra visión de las necesidades en todo el mundo y ayudar hasta donde nos sea posible! Debemos mantener nuestra conciencia alerta para las pequeñas o grandes cosas que podemos hacer para mostrar nuestro amor al resto de la humanidad.

Han habido casos de crueles dictaduras que han dominado a sus poblaciones con hambre, sin embargo el mundo ha ignorado la situación. Quizá en nuestra misma ciudad o región existan casos de hambre, necesidad extrema, maltrato u otras injusticias que con un poco de nuestra ayuda se puedan resolver o por lo menos menguar. No seamos egoístas, sino vivamos conscientes de los menos afortunados a quienes debemos socorrer en la medida de nuestras posibilidades.

Admiramos a las personas que salen al extranjero para servir. Tal vez no nos toca ir lejos como ellos, pero podemos apoyarles en sus trabajos. Ya ha muerto casi toda la generación de los que vivieron durante la gran depresión, aquellos que aprendieron a ser desprendidos a la fuerza. ¿Quién seguirá su ejemplo de sacrificio y abnegación? Si nos toca vivir otra época igual, posiblemente nos veremos obligados a reaccionar de la misma manera.

Sí, la expresión de Séneca tiene mucha sabiduría. Si realmente no necesitamos algo, ¿debemos comprarlo? Supe de una señora de clase media que estaba fascinada con hermosas vajillas. Confesó que cada vez que se sentía deprimida, iba y compraba un nuevo juego de platos. Su sótano estaba lleno de grandes cajas con aquellas compras, porque jamás podría usar tantos. ¡Qué pecado! Por lo menos debería de haber regalado algunas vajillas a los pobres.

Tengamos mucho cuidado de no gastar más de lo necesario. Evitemos comprar a crédito o en abonos porque de alguna manera el precio siempre será más alto. Evaluemos el modelo de automóvil que adquirimos. Hagamos una lista de los alimentos que necesitamos, antes de ir al mercado o tienda de autoservicio, para evitar viajes extra. Cuidemos las ofertas que nos llaman la atención para ver si realmente las necesitamos adquirir y limitemos las compras impulsivas. 

En el mundo de hoy debemos llamar al materialismo por su nombre real: pecado. Cuando tantas personas sufren sin lo más básico para vivir es un pecado no ayudarles hasta donde podamos. Seamos con otros como nos gustaría que ellos se comportaran con nosotros en circunstancias similares y nos sentiremos satisfechos por haber hecho algo por nuestro prójimo y el entorno en que vivimos. 

Tomado de la revista Prisma Vol. 43 No. 6, nov-dic 2015.

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