Las mariposas tenían razón
Regresaba a casa después de un día de trabajo. Había tenido una mañana pesada y sabía que al llegar estaría esperándome mi esposo
Por Sally de Ramírez
Jamás pensé que volvería a sentir mariposas en el estómago. Se supone que eso sucede a las chicas cuando van a ver a sus novios o pretendientes o a las novias al caminar hacia el altar. Quizá al celebrar una ocasión memorable o al avecinarse un examen, los nervios nos embarguen y las mariposas nos invadan.
Pero así, nada más porque sí, sin una razón especial, se me hacía imposible. Sin embargo, hoy las volví a sentir.
Regresaba a casa después de un día de trabajo. Había tenido una mañana pesada y sabía que al llegar estaría esperándome mi esposo. Comencé a recordar experiencias vividas y cuando me percaté, las mariposas habían aparecido. No habían pasado ni cinco minutos.
“No es una ocasión especial” me dije. “No tienes por qué sentirte así; contrólate, ya no eres una chiquilla. Ya estás casada y hasta tienes una hija”.
Pero de pronto me dí cuenta de que sí era una ocasión especial; el que lo viviera a diario no le quitaba valor, al contrario, se lo añadía. ¿Cuántas mujeres tienen el privilegio de llegar a casa y encontrarse con alguien que las ame, comprenda, proteja y comparta con ellas la vida?
“Gracias, Señor, por hacer cada día especial”.
Las mariposas tenían razón.