Las luchas de una cristiana
Con esto hago saber que Dios, en medio del sufrimiento nos ha ayudado y también prosperado
Por Silvia Judith Millán Albarrán
Un domingo por la mañana hace más de 23 años, en una clase de escuela dominical donde mi madre era maestra de niños, luego de una explicación bíblica con un llamamiento para recibir a Cristo como Salvador personal en el que uno tenía que levantar la mano, así lo hice, junto con otros niños de la misma edad.
Han pasado muchos años y sigo fiel a Cristo. En mi caminar con el Señor no todo ha sido fácil. He tenido pruebas, siendo una de ellas que los que me rodeaban cuando se enteraron que mi familia era protestante nos hacían burla, apedreaban las ventanas de la casa, nos ponían sobrenombres y nos hacían la vida pesada. Empero, soportamos los años de persecución sosteniendo nuestra fe en Cristo.
Hubo más. En una ocasión los amantes de lo ajeno se llevaron de la casa cuanto tenía mi mamá destinado para la renta, alimentos y objetos de valor. Recuerdo que cuando los hermanos de la Iglesia se percataron de lo que nos había sucedido nos ayudaron con renta y otras cosas que nos faltaban; mi mamacita empeñó algunas otras cosas y nos sacó adelante.
Debo explicar que mi padre nos había abandonado. Después de tantos intentos para que renegáramos de nuestra fe sin lograrlo, decidió al fin irse de la casa.
Hace poco más de cuatro años enfermé seriamente de mis facultades mentales al grado que fui internada en el hospital psiquiátrico por algún tiempo. Mi madre y algunas hermanas en la fe en Cristo oraron por mí; Dios escuchó sus súplicas y al poco tiempo fui dada de alta.
Actualmente sigo en tratamiento, pero con mis facultades mentales casi restablecidas en forma total, pudiéndome desenvolver como una persona normal.
Mi vida como creyente en Cristo, por una parte ha sido de sufrimiento, pero Jesucristo como Salvador y Señor me ha acompañado y ayudado siempre.
Además, antes rentábamos casa, hoy tenemos una propia; antes éramos estudiantes, ahora mis hermanos y yo somos profesionistas; antes mis hermanos eran solteros, ahora son casados y con hijos. Con esto hago saber que Dios, en medio del sufrimiento nos ha ayudado y también prosperado.
Creo, por otra parte, que en mi vida se cumple lo que dice el Evangelio de Mateo: “Dichosos ustedes, cuando la gente los insulte y los maltrate, y cuando por causa mía los ataquen con toda clase de mentiras”.