La felicidad es algo que uno decide de antemano

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La vejez es como una cuenta bancaria; uno saca lo que ha invertido, así que, depositemos mucha felicidad en nuestros recuerdos

Redacción de Prisma 

La señora tiene noventa y dos años de edad. Es pequeña, elegante y siempre está bien vestida cada mañana antes de las ocho, con su cabello perfectamente peinado, aunque legalmente está ciega. Su esposo murió hace poco y ha sido necesario mudarse a un asilo. 

Ha esperado varias horas en la sala de recepción. Cuando le informan que su cuarto está listo, sonríe con dulzura y se levanta para caminar con su andadera rumbo al elevador. La enfermera le provee una descripción visual del pequeño cuarto donde va a vivir, incluyendo las bonitas cortinas en la ventana. 

“¡Me encanta!” declara la señora con el entusiasmo de una niña que acaba de recibir una nueva mascota. 

“Pero aún no lo ha visto”. 

“Eso no tiene nada que ver”, responde. “La felicidad es algo que uno decide de antemano. Si me gusta mi cuarto o no, no depende de cómo están arreglados los muebles sino de cómo he arreglado mi mente. Ya he decidido que me va a gustar. Es una decisión que hago cada mañana cuando despierto.  

Tengo varias opciones. Puedo quedarme en cama quejándome de las distintas partes de mi cuerpo que ya no funcionan, o puedo levantarme y dar gracias a Dios por las partes que sí sirven. Cada día es un don de Dios, y me enfoco en el día nuevo y en todos los felices recuerdos que he atesorado para esta etapa de mi existencia. La vejez es como una cuenta bancaria; uno saca lo que ha invertido”. 

Depositemos mucha felicidad en nuestros recuerdos. Recordemos las cinco reglas para el éxito:   

1) Liberemos nuestro corazón de rencores y odios. 

2) Liberemos nuestra mente de las preocupaciones.  

3) Vivamos con sencillez.  

4) Regalemos cada vez más. 

5) Esperemos cada vez menos.

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