Ya me harté de ti

Cuando te desilusiona un amigo

Por Cynthia Ramírez 

Hace poco tiempo una persona a la cual yo consideraba amiga, decidió hacerme la vida imposible. Como la quería mucho había tratado de compartir con ella acerca de mi fe en el Señor Jesús sin tratar de presionar, deseando que ella conociera a Dios de manera personal.  

Fui abierta con ella, dejándola ver quién era yo en realidad, tratando de vivir agradando a mi Dios. Visitaba mi casa con frecuencia, hacíamos trabajos juntas y compartíamos la vida. De la noche a la mañana comenzó a demostrar un odio que era una nueva experiencia para mí y con lo cual no sabía lidiar. Intenté todos los métodos: cartitas, regalos, sonrisas, favores, pero nada funcionó. 

Finalmente le pregunté cuál había sido mi error. ¿Por qué dejó de ser mi amiga? La única razón que me dio fue: que se había hartado. Entonces empecé a captar mi cruda realidad. Por más que yo me esmerara, si ella no quería ser mi amiga, no iba a ser correspondida y eso me dolió. Mucho más de lo que yo creía posible. Pero al pedir consejo, me dijeron algo que penetró mi corazón. 

«Así como te sientes tu ahorita, se siente Dios cuando nosotros no le correspondemos la amistad que Él anhela compartir con nosotros. A veces no vemos sus esfuerzos por mantener o comenzar esa amistad tan íntima que Él quiere con nosotros». El solo pensar que Él siente lo que yo sentí cuando me dijeron que se habían hartado de mí es horrible. 

La amistad es necesaria y muy especial para todos. Yo valoro muchísimo a mis amigas. ¿Cuánto más valorará Dios nuestra amistad con Él? 

¿Hemos aprendido del maestro lo que deberíamos aprender acerca de la verdadera amistad? No te hartes de tu amistad con Dios. Duele. Y qué peor cosa que lastimarlo a Él: Padre, Salvador, Creador y Amigo.

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