Veintidós años en el espiritismo

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“`La persona que atendiere a encantadores o adivinos para prostituirse tras de ellos, yo pondré mi rostro contra la tal persona´, dijo Dios”

Por José Silva López

Durante veintidós años mi esposa y yo permanecimos entregados a prácticas de espiritismo, idolatría, adivinación, cartomancia, subyugados por el poder de Satanás, ignorando por completo que él es el amo y señor de las prácticas espiritistas.

En el año de 1951 conocí a Ramona, la mujer que hoy es mi esposa. Ella ya estaba iniciada en las prácticas de adivinación y hacía el papel de medium. De inmediato me sentí atraído por esa doctrina, convirtiéndome en su colaborador, recibiendo ambos, mensajes de “los espíritus”, pero creyéndolos mensajes de Dios.

Asimismo recibimos mensajes de personas amigas y familiares nuestros ya fallecidos, pensando que eran manifestaciones de Dios, siendo que de esta manera Satanás efectuaba su obra engañadora.

Llegó a tal grado nuestra creencia en el espiritismo, que abrimos un Centro Espiritista donde Satanás se mostró en todo su poder, ya que empezamos a sanar enfermos, a resolver problemas de todo tipo y mi esposa empezó a adivinar el futuro. Tenía facultades de telepatía, cartomancia y otras más.

Ahora bien, hubo ocasiones en que Satanás aparentó ser nuestro enemigo, atacándonos con todo su poder, de tal manera que pensábamos que lo hacía porque estábamos llevando a cabo las cosas que eran agradables a Dios.

También hicimos un pacto, guiados por un “espíritu protector” que firmamos con sangre, en el que estipulábamos estar al servicio de Dios y sirviendo a nuestros semejantes. Hoy sabemos que los pactos de sangre son con Satanás y no son buenos a los ojos de Dios.

Qué diferente es nuestra vida hoy. Gracias a Dios, mi esposa, mis hijos y yo estamos convencidos de que Cristo es nuestro Señor y hemos pedido perdón por esas prácticas abominables que estuvimos llevando a cabo. Hemos conocido el amor de Dios, no de oídas, sino manifestándose poderosamente en nuestras propias vidas.

Ahora sabemos que en todo el mundo día con día se manifiestan más y más estas doctrinas de demonios y que crece el número de personas engañadas por estas creencias. Satanás es muy astuto. Solamente en la verdad de Dios que es la Biblia, encontramos el poder para no caer en sus manos.

Yo me arrepentí y acepté a Cristo como mi Salvador en diciembre de 1974. Mi esposa dudaba de la obra regeneradora que Cristo hacía en mi vida. Al pastor metodista de Monclova que venía a visitarme, ella le decía que no perdiera su tiempo, que yo no iba a cambiar, porque era un hombre tomador, paseador y dado a todos los placeres del mundo, o sea, que llevaba todos los requisitos para ir al fuego eterno. Ella le decía que yo no cambiaría ni naciendo de nuevo, pero sí nací de nuevo y de acuerdo a la promesa de Dios, soy nueva criatura en Cristo.

Nuestra mente humana es muy limitada cuando estamos bajo el poder y la voluntad de Dios pero Él dice que nos da toda la sabiduría y entendimiento, toda la esencia de la verdadera vida, en su amor y en su misericordia. Cuando conocemos las cosas espirituales de Dios, cuando vemos las cosas con la mente del Creador, sabemos que sus promesas se cumplen.

Quizá una tercera parte de nuestras vidas pasamos mi esposa y yo en las tinieblas, pero ahora estamos dedicados completamente a la obra de Dios. Ella, a pesar de que no es una mujer preparada da parte de su tiempo al servicio de Cristo, y yo también después de mis horas de trabajo, porque nos gozamos dando testimonio de su poder para cambiar nuestras vidas.

Hemos experimentado la verdad de lo que dice el profeta Isaías: “Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana” (Isaías 1:18).

Podríamos citar todos los detalles de lo que pasamos y sufrimos, pero queremos dar una voz de alerta para todos, ya que cualquier persona puede caer inocentemente en estas prácticas por desconocimiento de las cosas satánicas y por la falta de orientación.

Hoy conocemos la armadura de Cristo: “ceñidos los lomos con la verdad, vestidos con la coraza de justicia, calzados los pies con el Evangelio de la paz, llevando el escudo de la fe, el yelmo de la salvación y la espada del Espíritu, para estar firmes contra las acechanzas del diablo” (Efesios 6:14-16).

Tenemos el bautismo del Espíritu Santo, algo incomprensible para la mente humana. Ya no tenemos temor. Hoy disfrutamos plenamente en el gozo y el amor de Dios.

Si usted ha participado en prácticas espiritistas, hechicería, adivinación y todo lo satánico, vuelva su camino a Dios, arrepiéntase, acepte a Cristo y permita que Él haga la obra redentora en su vida. Si su existencia parece vacía, si no halla con qué llenar ese hueco que hay en su corazón, permita que Jesucristo le transforme en criatura nueva, tal como lo hizo con nosotros.

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