Cómo prepararse para la muerte

Es hora de erradicar el temor a la muerte y tratar con la situación de su amado enfermo con valor

Por Melissa de Chism

Solo dos cosas en la vida son seguras, dice el dicho: la muerte y los impuestos. La mayor parte de la gente se preocupa por cumplir con el pago de los impuestos, pero evita prepararse para morir o para enfrentar la muerte de un ser querido. Sabe que es prudente ahorrar para el futuro, pero no piensa en el último día de la vida.

Desde luego, da miedo la muerte. Es como un monstruo que nos amenaza. Pero será menos terrible si ponemos en práctica estos siete principios para ayudarnos en los momentos de una enfermedad fatal:

1) Ser honestos con el paciente acerca de sus esperanzas

Una buena planeación se hace posible mediante una información adecuada. Cuando alguien se enferma de gravedad, el primer paso para obtener la información es escuchar el diagnóstico del médico y su pronóstico. Esconder la verdad solo prolonga la agonía y la incertidumbre.

Al compartir abiertamente con el paciente, se logra no únicamente involucrarlo en el proceso de decisión, sino también mantener su autoestima, al darle a entender que sigue siendo una persona de raciocinio, capaz de actuar de manera bien pensada e inteligente.

Es prudente tomar en cuenta el tipo de personalidad del enfermo. Si normalmente es una persona cándida y franca, probablemente apreciará que le digan directamente acerca de sus expectativas. Si ha sido más bien alguien que evita las confrontaciones, quizá sea mejor compartirle poco a poco. De cualquier manera, el consejo del libro bíblico de los Proverbios es válido: utilizar "palabras dichas como conviene".

2) Animar al paciente a comunicar sus deseos.

Muchas veces los familiares de un ser querido enfermo, desean prolongarle la vida a cualquier precio. Luego viene la pregunta del médico: "¿Desean que se le administren medios artificiales de sostener la vida?" Si contestan que sí, puede dar como resultado que el enfermo sufra por más tiempo o que salga demasiado cara la atención hospitalaria. Pero si contestan que no, la familia puede sentir culpabilidad por haber abandonado toda esperanza.

Lo mejor es consultar este asunto con el paciente, para evitar más sufrimiento emocional y financiero.

3) Consultar al paciente acerca de su funeral y sepelio.

En la actualidad, cuando los gastos finales pueden llegar a cantidades astronómicas, existe una diferencia de opinión en cuanto a la cremación o la sepultura tradicional de un muerto. Antes se consideraba la cremación como una costumbre pagana. Actualmente los teólogos buscan en vano alguna enseñanza bíblica acerca del tema, pero dentro de los círculos cristianos se considera que Dios tiene igual poder para recoger a los cuerpos o las cenizas, estén debajo de la tierra o en el fondo del mar, y para volverlos a integrar en un cuerpo glorificado cuando sea su voluntad.

Es probable que la cremación cueste menos dinero que una sepultura, pero ¿qué implica este proceso? Investiguemos las consecuencias culturales y espirituales. El hecho de poder ver al cuerpo de la persona que ha fallecido, puede ayudar a la familia a cerrar el proceso de sufrimiento y aflicción. 

Otros temas para consultar con el enfermo: ¿Prefiere morir en el hospital o en casa? ¿Prefiere el funeral en una funeraria o en el hogar? ¿Dónde quisiera que su cuerpo fuera enterrado o guardado?

Las respuestas ayudarán a que los últimos días del paciente, sean lo más cómodo posible, y pueden evitar molestias o dudas de parte de los familiares después.

4) Recomendar que el paciente haga un testamento.

A toda costa es necesario evitar que alguien muera sin dejar un testamento, tanto desde el punto de vista legal como personal y familiar. La preparación de un documento oficial permite tiempo para pensarlo bien y para expresar los deseos del paciente en el vocabulario correcto y claro. Tal trabajo debe incluir la designación de objetos específicos que la persona desee regalar a ciertos individuos. 

Si el paciente tiene un testamento bien hecho, no habrá peligro de discusiones o malos entendidos entre los seres queridos por cosas tan pequeñas como un vestido o tan grandes como una casa.

5) Ayudar a organizar y guardar los documentos importantes.

El proceso del dolor después de una muerte, ha sido interrumpido más de alguna vez por el llamado urgente de trabajar en la búsqueda de documentos. Cuando muere una persona, de inmediato es necesario producir ciertos papeles para conseguir el certificado de defunción. Por ejemplo, se consideran importantes el certificado de nacimiento y de matrimonio, las escrituras de las propiedades, cuentas bancarias, pasaportes, cualquier documento migratorio, el registro federal de causantes, la credencial del elector, etc.

Tales documentos deben estar archivados en un lugar fácilmente accesible. Si el enfermo ayuda de antemano con estos detalles, hará un favor muy grande a sus deudos después.

6) Designar a una persona competente para asuntos legales.

Es bueno escoger a tal persona de antemano. Debe comprender cuáles papeles harán falta, dónde están guardados, y a cuáles oficinas o dependencias gubernamentales deben presentarse al momento del deceso. Además, debe ser alguien que pueda actuar de manera efectiva a pesar a su propio dolor.

Dicha persona puede pertenecer a la familia, aunque es vital que pueda pensar claramente y separar su sufrimiento emocional de su deber.

El hecho de escoger al representante legal de antemano, ayuda a dar seguridad a los deudos.

7) Planear oportunidades para cerrar el proceso.

Quizá la tarea más difícil relacionada a la muerte, es planear tiempos especiales como familia y amigos del paciente cuando todos puedan llorar y expresar sus emociones más profundas. Muchas personas creen que al evitar tales momentos, lograrán manifestar una tranquilidad mayor, pero no es así. 

Frente al enemigo final que es la muerte, es necesario y terapéutico cerrar la relación con las personas. Existen varias maneras para hacerlo. Quizá un culto informal de alabanza en que miembros de la familia y amistades íntimas compartan sus recuerdos, expresen su agradecimiento a Dios y a la persona moribunda, y den ánimo a los sobrevivientes. 

Para el enfermo, tal reunión puede proveerle de una mirada anticipada a su funeral y de un recordatorio de las promesas de Dios en cuanto a la vida eterna y los goces del cielo. Recibirá consuelo por medio de sus cantos favoritos, lecturas bíblicas, testimonios, abrazos y expresiones de cariño. Quizá algunas personas prefieran dejar su mensaje en un video o grabación.

El único objetivo es cerrar el proceso de dolor. Si no se programa este evento, el resultado puede ser desastroso e irrevocable. Pero el llevarlo a cabo, puede dejar un legado de paz y gozo indescriptibles.

Los monstruos solo existen en las pesadillas. Piensa en la realidad. Es hora de erradicar el monstruo del temor de la muerte y tratar con la situación de su amado enfermo con sabiduría y valor. El efecto será tranquilizador, como si durante un inquietante sueño alguien prendiera la luz de la recámara y la temible fantasía huyera con la oscuridad.

La muerte llega a todos. Es parte del plan de Dios. ¡Estemos preparados! 

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