La burbuja filósofa
La filosofía plasmada en sus páginas causó conmoción, trayéndole por supuesto la fama
Por Raymundo Bautista Reyes
Una mañana de mucho sol y viento, nació una simpática burbuja dotada de colores brillantes y alegres, llena de ilusiones y energía y ganas de jugar.
Paseaba graciosa entre los árboles, casas y matorrales de aquella pequeña ciudad; despreocupada se dejaba llevar en la dirección del viento y de las nubes. Todo era felicidad.
Sin embargo, al doblar en la vereda de un hermoso pastizal, se encontró con una gran burbuja, imponente, bastante madura, que se le atravesó y le dijo en un tono muy serio:
—¿Qué se supone que estás haciendo, pequeña burbuja?
—¡Estoy jugando!- respondió.
—¿Jugando? ¿Y por qué estás jugando?— volvió a preguntar.
—¡Porque me gusta jugar!— replicó.
—¡Pero estás perdiendo el tiempo! ¿Qué, no te das cuenta?
—¿Perdiendo el tiempo?— ahora preguntaba la pequeña.
—Claro, jugar es perder el tiempo.
—Y, ¿por qué?
—Pues porque las burbujas tenemos un tiempo de vida muy corto y hay tantas cosas que debemos aprender, tantas cosas que podemos hacer, que si desperdiciamos nuestros pocos días, sería un grave error que lamentaríamos todo el resto de nuestras existencias— terminó.
—¿Entonces qué debo hacer?— preguntó la pequeña.
—Pues debes estudiar, viajar por el mundo, conocer a las demás burbujas y saber qué hacen.
La burbujita se sintió tan desconcertada que se fue meditando profundamente sobre lo que le había dicho la gran burbuja. Pensó y pensó sin parar. Decidió entonces aprovechar y dedicarse al estudio concienzudo. Se volvió analítica, observadora y minuciosa, y se le empezó a conocer por su destacada inteligencia y sabiduría. Cursó las mejores letras en filosofía, historia y arte, superó a las burbujas que en su tiempo intentaban comprender la naturaleza básica de sus congéneres; las demás burbujas la admiraban con asombro.
Rápidamente la pequeña burbuja se ganó un lugar especial en los mejores círculos intelectuales, y comenzó a dar conferencias y cátedras, haciendo alarde de vanidad y elocuencia. Uno de los tantos libros que con el tiempo llegó a publicar, y que además tuvo un enorme éxito, fue: La Inutilidad de la felicidad en la vida de una burbuja.
La filosofía plasmada en sus páginas causó conmoción en la sociedad burbujil, trayéndole por supuesto la fama.
Un cierto día, después de haber dado una conferencia magistral, al salir hacia la calle vio, a lo lejos, una diminuta burbuja inquieta y juguetona. La filósofa esperó para analizarla mejor durante unos minutos y entonces decidió acercarse para aconsejarla en su comportamiento.
Al estar junto a ella, segura de poderle ayudar a "cambiar", le dijo:
—Oye, joven burbujita, ¿no sabes que jugar es una pérdida de tiempo?
—¿Y por qué?
—Pues porque la vida de los burbujas es tan frágil, que en cualquier momento podemos dejar de existir, explotadas por el viento o al chocar contra algún árbol o una pared.
—Por eso mismo, como yo sé que nuestra existencia es muy corta e impredecible, trato de disfrutar cada momento haciendo lo que me gusta, porque tal vez mañana ya no lo podré hacer.
Y dejando sin habla a la burbuja filósofa, se fue, cantando y jugando, llevada ligeramente por el viento.