Nick Vujicic
El hombre que nació sin piernas ni brazos
Nick Vujicic
La cara y la sonrisa de Nick Vujicic son encantadoras. Entonces, ¿Por qué lloran las jóvenes que lo abrazan después de escuchar sus pláticas? Es que Nick nació sin brazos ni piernas, sin embargo, está siendo usado como un extraordinario embajador del amor de Jesucristo por todo el mundo.
Es hijo de pastores evangélicos. Nació en 1982 en Australia, sin extremidades, pero sano en los demás aspectos. A los ocho años trató de suicidarse en la tina del baño de su casa, pero gracias al profundo amor de sus padres se arrepintió. No soportaba pensar en lo que sufrirían.
Durante varios años siguió enojado con Dios, preguntando el porqué de su condición, queriendo ser normal como cualquier otro, pero ahora se da cuenta de que el Señor lo está usando alrededor del mundo, precisamente por ser tan especial.
“Cada persona tiene opción de rebelarse contra Dios por lo que le falta o de darle gracias. Necesitamos saber por qué estamos aquí. Sin Jesucristo, nadie puede ser libre. Yo no soy un hombre sin piernas ni brazos, sino que soy una creación con un propósito. El Señor no se olvida de nuestro dolor, sino que en nombre de Jesús nos llena de amor y de gracia inmensurable”, dice.
Fue uno de los primeros estudiantes discapacitados integrados a las escuelas de gobierno en su país. Se convirtió a Cristo a los 15 años, terminó sus estudios de comercio, planeación financiera y contabilidad y es conferencista motivacional. Su propósito es: “Ser el mejor mensajero del amor y la esperanza de Dios”.
Su pasaje favorito es: “¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance. Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán” (Isaías 40:28-31).