El papá que yo quisiera tener

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La importancia de atender el papel que Dios le dio a cada padre

Redacción de Prisma

─¿Viene mi papá a comer hoy, mamá?

─No hijo, tiene que trabajar mucho, está muy ocupado.

─Pero casi nunca lo veo, mamá. Parece que se ha olvidado de mí.

¿Suena familiar este diálogo? Muchas veces los niños no expresan su desolación tan abiertamente, pero sus caras tristes, sus pequeñas señas de frustración, aun sus travesuras, indican claramente que se sienten abandonados, solos y perplejos cuando el papá no les presta mayor atención. El padre es la figura máxima de la vida de un niño.

Quizá a algunos papás, esto no les preocupe mucho. Pero el padre cristiano sí debe atender la importancia de pasar tiempo con su hijo. El escritor Esteban Hughey, en un folleto de Cristo para Todas las Naciones, ha apuntado algunas ideas al respecto, muy dignas de tomarse en cuenta:

“El padre cristiano sabe que su papel es vital para el buen funcionamiento de su hogar y el desarrollo normal de sus hijos. En verdad, Dios le ha dado a cada padre el papel de guía moral y de símbolo de seguridad en el hogar.

Como alguien ha dicho, lo que los niños entienden acerca de Dios en sus años de formación, viene de la reflexión acerca de su relación con su padre que es el máximo representante de Dios. Tal vez esto nos explica el por qué muchos adultos tienen ideas tan confusas y negativas acerca de Dios. Sus padres fueron ejemplos tan negativos de lo que debe ser un buen padre, que su concepto de Dios también fue afectado.

Es el padre quien da el sentido de identidad, de integridad y de propósito. Es él quien tiene que suministrar la fuerza psicológica, moral y espiritual. Él tiene que ser el intérprete de lo que es realmente masculino para sus hijos e hijas. Además, tiene que interpretar para su familia, lo que es verdaderamente el mundo fuera del hogar, para que ella pueda adaptarse al mismo y dar algo propio a ese mundo. Todavía más importante aún, el padre tiene que comunicar a sus hijos con palabras y ejemplo, las metas de la vida”.

Es fácil dejar que las presiones de los negocios roben tiempo del hogar. Peor todavía, muchas veces esas mismas presiones producen nerviosismos, mal humor, irritabilidad y otras fallas en el carácter del padre de la familia, lo que los hijos interpretan como una falta de amor para con ellos.

Padre, recuerde que solo quince años de los setenta que probablemente viva usted, los debe dedicar a sus hijos. Y ni siquiera todo el tiempo de aquellos quince años. ¿Le parece demasiado?

Haga lo posible por tomar sus alimentos como familia, en un ambiente de contentamiento y cariño. Planee paseos familiares. Asistan juntos como familia a la casa de Dios. Exprese su amor a los hijos, por medio de abrazos y palabras positivas. Escuche lo que sus hijos le quieran contar de sus pequeñas aventuras diarias.

No deje que las vidas que han sido entregadas a su cuidado, sufran por su culpa. Gócese al cumplir con la preciosa responsabilidad de formar a la próxima generación de hombres y mujeres, cabales y bien fundamentados. Es una satisfacción incomparable.

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