¿Qué te sacaste en la rifa?

Foto por Maddy Morrison

Foto por Maddy Morrison

¿Cuál fue el aprendizaje de ese premio? 

Por Sara Trejo de Hernández 

En estos días mi refri ha sonado de una manera inusual. Bueno, tomando en cuenta que por lo menos lleva veinte años en mi hogar, tal vez no es tan raro. La forma en que llegó a casa es muy especial para nosotros.

En esa Navidad, mi esposo fue a la comida que su empresa organizaba para los trabajadores. En esa reunión rifaban objetos y a él nunca le había tocado ninguno.

Ese día antes de llegar a la celebración, oró: «Señor, ¿podrías regalarme algo? No importa el tamaño».

Al llegar a casa me dijo: ―Mira lo que nos regaló el Señor.

Yo sin pensar, expresé: ―¿Qué te sacaste?

Él insistió: ―Mira lo que nos regaló el Señor.

Entendiendo lo que me quería decir, pregunté: ―¿Qué nos dio el Señor?

Extendió su mano y me mostró una cajita que tenía la imagen de un refrigerador encima.

―¿Te dio la foto de un refri?

―No, nos regaló un refrigerador, pero debo ir a recogerlo.

Cuando me contó todo, me dio mucho gusto la forma en que el Señor había consentido a mi esposo.

Aun así seguí pensando que quizá era un minibar o algo así. Pero cuando lo trajo a casa, era un refrigerador grande. Nuestro refri ya estaba fallando y ese regalo llegó en el tiempo oportuno. Además, el refri viejo era de los que hacía escarcha y este ya no.

Nunca más he vuelto a preguntar: ¿qué te sacaste? Porque: «Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación» (Santiago 1:17).


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