Grandes mujeres de la fe: Gladys Aylward, la pequeña gran mujer de la China
No llenas los requisitos
Por keila Ochoa Harris
Gladys Aylward, aunque no fue una mujer perfecta, es un claro ejemplo de lo que una persona entregada a Dios puede lograr en un mundo de violencia y peligro. Su historia es una inspiración para los cristianos, los misioneros y aquellos que buscan cumplir el llamado de Dios a pesar de los obstáculos.
El Llamado Misionero de Gladys Aylward
Durante su adolescencia, Gladys Aylward leyó un artículo sobre China que transformó su vida. Desde ese instante, algo ardió en su pecho diciéndole que debía ir a China para predicar el Evangelio. Se inscribió en una escuela de misioneros, pero fue rechazada tras solo tres meses de estudio.
Las razones eran claras: no llenaba los requisitos para ser misionera. En primer lugar, había reprobado la asignatura de Sagradas Escrituras. Segundo, tenía 27 años, (edad considerada como demasiado avanzada para enfrentar los retos del campo), y además no confiaban que aprendería un idioma tan complicado como el chino.
Así que Gladys, la hija de un cartero y una ama de casa, regresó a su empleo como doméstica.
Sin embargo, Gladys no se rindió. Determinada a seguir su llamado, ahorró dinero por su cuenta para viajar a China.
El Peligroso Viaje a China
A los 30 años, el 15 de octubre de 1932, Gladys abordó un tren que la llevaría desde Inglaterra hasta China, atravesando Europa y Rusia. Este no era el camino más seguro, pero era el más económico. No era el camino más fácil, pero sí el más barato. Pasó por zonas de guerra en la tundra siberiana y Dios la protegió de ser violada por soldados y maltratada por los rebeldes.
Finalmente, con la ayuda de un anciano y una joven, Gladys logró escapar en un barco japonés y llegó a Yangcheng, China. Allí comenzó a trabajar con una misionera jubilada en una ruta para muleteros. Fue en este contexto que logró una de sus primeras grandes hazañas.
Su Impacto en la Cultura China
En China, Gladys se encontró con la antigua práctica de vendar los pies de las niñas, una tradición que el gobierno chino comenzaba a prohibir. Un magistrado local la nombró "inspectora de pies". Ella aprovechó la oportunidad para liberar a muchas niñas de tan terrible suplicio y utilizó sus incontables viajes para predicar el Evangelio..
En este período, la misionera jubilada con la que trabajaba falleció, pero Gladys continuó con su labor. De manera milagrosa, Dios proveyó para sus necesidades, y también aprendió el idioma chino, lo que le permitió comunicarse con sus vecinos y sobrevivir en aquellos parajes rurales.
Madre de Huérfanos y Ciudadana China
En sus travesías, se topó con niños indeseados o abandonados que empezó a recoger. Pronto tendría a 20 pequeños bajo su techo, además de muchos soldados heridos a los que atendía.
Al adoptar a sus primeros dos niños, Gladys sintió que debía nacionalizarse para que nadie la separara de los niños. Así que en 1936, Gladys Aylward se convirtió en la primera súbdita extranjera en adoptar la ciudadanía china.
La Gran Huida: Salvando a 100 Niños
Cuando la guerra entre Japón y China escaló, el número de huérfanos bajo su cuidado aumentó a cien. Dios le dio una palabra: «Huye a las montañas». Gladys guió a sus cien niños a través de las montañas, viajando a pie por más de 160 kilómetros.
Veintisiete días después, cuando llegaron a la ciudad de Sian, Gladys colapsó. Los doctores se preguntaban cómo había sobrevivido semejante travesía una mujer que sufría de tifo, neumonía, fiebre, malnutrición y cansancio. A pesar de todo, sobrevivió y continuó su misión.
Su ministerio siempre se caracterizó por una humilde dependencia a Dios en medio de circunstancias extremas.
Regreso a Inglaterra y Fama Internacional
En 1947, regresó a Inglaterra con un profundo pesar por el rumbo espiritual de su país. Escribió: «Inglaterra, aparentemente más próspera que los países que han sufrido bajo el comunismo, ha olvidado lo que es más importante: reconocer que Dios importa tanto en la vida de una nación como en la vida de un individuo».
Durante su estadía en Inglaterra, su historia se hizo famosa. La revista Time publicó un artículo sobre ella, la BBC emitió una serie radiofónica y Hollywood produjo la película The Inn of the Sixth Happiness, protagonizada por Ingrid Bergman.
Sus Últimos Años y Legado
Intentó regresar a China, pero el gobierno comunista le negó la entrada. En su lugar, se estableció en centros de refugiados en Hong Kong y Taipéi, donde continuó su ministerio hasta su muerte el día de Año Nuevo de 1970, a los 67 años.
Se celebraron servicios religiosos por todo el mundo, y más de mil personas acudieron a su funeral en Taipéi. El cuerpo de Gladys fue sepultado en la cima de una colina, donde su tumba mira a la China continental, el lugar donde sirvió por más de cuarenta años.
Un Ejemplo de Fe y Valor
Gladys es un ejemplo de valor, entrega y valentía. Pero la clave de su éxito no procedió de su propio corazón, sino de Dios mismo, pues ella adoptó el lema de aquella sierva de Dios que la había recibido en sus inicios: «Si he de morir, no tema yo a la muerte, mas tenga esta sentido, oh Dios, cuando llegue mi hora».