¿Te falta sabiduría?

Foto por Michell Arévalo

¿Cómo la consigues?

Por Elisabeth F. de Isáis (1925-2012)

Todos quisiéramos ser sabios. En el hogar, en el trabajo, en el matrimonio, en las relaciones con los familiares y los vecinos, y en el trato con nuestros hijos, para tener una vida feliz y productiva.

Y sabemos que la sabiduría es algo más que el conocimiento, ya que uno puede saber mucho sin ponerlo en práctica en lo cotidiano. Se cuenta de un médico brillante y preparado, que tenía muchos conocimientos; sin embargo, adquirió el vicio de las drogas y murió en forma miserable como cualquier otro drogadicto. Sabía mucho; pero no era sabio.

De acuerdo a la palabra de Dios, ¿qué es la sabiduría? En el primer capítulo de los Proverbios, en el versículo 7, tenemos una definición clara: «El principio de la sabiduría es el temor de Jehová». Más tarde, en el mismo capítulo, en los versículos 28 y 29, Dios nos advierte de un terrible castigo que consiste en no hallarlo si despreciamos la sabiduría: «Entonces me llamarán y no responderé; me buscarán de mañana, y no me hallarán. Por cuanto aborrecieron la sabiduría, y no escogieron el temor de Jehová». 

Jesucristo también dio importancia a la prudencia, o la sabiduría. Al final del Sermón del Monte, en Mateo capítulo 7, versículo 24, dijo: «Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente».

Hay que notar que el énfasis es de parte de Dios, no de nosotros. Quien quiera ser sabio, no tiene que hacer más que buscar a Jehová y oír las palabras de Jesucristo. En otras palabras, el estudio de la Santa Biblia es muy importante si queremos ser sabios. Inclusive el autor de los Proverbios dice que más vale buscar la sabiduría, que la riqueza o el dinero. En Proverbios capítulo 16, versículo 16, declara: «Mejor es adquirir sabiduría que oro preciado, y adquirir inteligencia vale más que la plata».

A la luz de todo esto, debemos plantearnos unas preguntas. ¿En verdad, estoy buscando la sabiduría? ¿Tengo temor de Jehová? ¿Estoy poniendo cuidado a las palabras de Jesucristo?

Da lástima ver cómo muchas personas buscan avanzar en el aspecto social o profesional, porque creen que allí van a encontrar la satisfacción que su alma necesita.

El éxito, es un libro que cuenta de una mujer hermosa, de buena familia, de personalidad alegre, que decide buscar sobre todas las cosas el éxito. Al final del libro lo ha logrado, pero a un alto precio. Ha dejado a un lado el temor de Jehová para perseguir con frialdad sus propósitos egoístas; se ha divorciado de su buen esposo; ha perdido a sus verdaderos amigos; ha causado una separación dolorosa entre ella y su hija; ha hecho sufrir a sus familiares; ha roto su hogar para unirse a un hombre casado que al final de cuentas no le proporciona el éxito tan deseado. Lo único que le da consuelo al final, es refugiarse en la falsa propaganda que sus agentes de publicidad preparan acerca de sus grandes talentos y su fabulosa personalidad. 

Hay otros casos para quienes la meta es la adquisición de «cosas»: ropa, casa, muebles, viajes, automóviles, símbolos de progreso material. Para sus hijos escogen las escuelas de más prestigio, y los educan en todas las cosas importantes para la sociedad, pero descuidan su enseñanza espiritual. Quizá vayan a la Iglesia cristiana guardando cierta apariencia de piedad, pero los hijos saben que el verdadero interés de sus padres no es Dios, sino su posición social. Tarde o temprano las palabras del primer capítulo de Proverbios en sus versículos 28 y 29, darán su fruto en las vidas de esas personas.

Sí, es de importancia superlativa para un cristiano, buscar la sabiduría. En las decisiones que tenemos que tomar todos los días, la mente de Dios es lo que debemos pedir, si queremos que todo salga bien. Recordemos lo que promete Santiago en el versículo cinco del primer capítulo: «Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, demándela de Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada». Dios nos enseña el camino de la sabiduría, y promete dárnosla si tan solo se la pedimos. 

Podemos agradecer al Señor porque él nos va a llenar de sabiduría del cielo, aún en las cosas más pequeñas de la vida.

Tomado de la revista Prisma 42-1

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