Lo que Dios odia

¿Sabes cuáles son las 7 cosas que odia?

Elisabeth Fletcher de Isáis

En el pueblo cristiano se oye a menudo que «Dios es amor», y por supuesto que no hay mejor prueba del amor de Dios que la encarnación y sacrificio de su Hijo Jesucristo, por lo que esa expresión está llena de verdad.

Sin embargo, con tanto énfasis sobre el lado amoroso del Creador existe la tendencia a olvidar los otros aspectos de su Personalidad: su justicia, su omnipotencia o su odio al pecado. Necesitamos recordar que Dios es más que amor. Algún día, cuando comparezcamos ante el gran Juicio, nuestra única defensa será la obra de Cristo hecha a favor nuestro; si no hemos aceptado en forma personal a Jesucristo, nos perderemos para siempre, no importa que creamos de todo corazón que «Dios es amor».

Aún cuando el libro de Proverbios no es un tratado doctrinal, ya que su propósito es dar consejos prácticos para la vida, presenta un cuadro fiel acerca de Dios. En el capítulo 6, versículos 16 al 19, aparece una interesante lista de lo que Dios aborrece. Es saludable pensar de vez en cuando, en las cosas que Dios odia, para balancear la impresión general sobre Dios.

Las siete cosas que él odia son:  «Los ojos altivos, la lengua mentirosa, las manos derramadoras de sangre inocente, el corazón que maquina pensamientos inicuos, los pies presurosos para correr al mal, el testigo falso que habla mentiras y el que enciende rencillas entre hermanos». De inmediato notamos que el orgullo, el pleito, y la mentira son prominentes en esta lista.

El séptimo pecado es aparentemente el más abominable a Jehová, el de causar divisiones entre los hermanos. Para evitar caer en este pecado cuidemos que el trono de nuestra vida esté ocupado por el Señor Jesús y no por nuestro yo, lleno de envidia, celos, chisme. Hubo un caso de una joven que emprendió una campaña en contra de algunos líderes de su congregación y logró dividirla. Muchas veces estos incidentes son resultado directo de nuestro propio pecado.

En la lista de las cosas que Dios aborrece, la mentira, común en nuestra cultura, aparece en dos ocasiones. En los diez mandamientos el Señor ordena:  «No hablarás contra tu prójimo falso testimonio».  El rey David afirma en el Salmo 51 versículo 6:  «He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo”. 

Jesucristo es el ejemplo perfecto de la verdad, como dice en Juan capítulo 14, versículo 6:  «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”.  Por otro lado, el padre de la mentira es Satanás, porque Cristo dijo: «Pues ustedes son hijos de su padre, el diablo, y les encanta hacer las cosas malvadas que él hace. Él ha sido asesino desde el principio y siempre ha odiado la verdad, porque en él no hay verdad. Cuando miente, actúa de acuerdo con su naturaleza porque es mentiroso y el padre de la mentira». (Juan capítulo 8 versículo 44). 

A la luz de lo anterior, analicemos las causas de la mentira y desarraiguémosla de nuestra sociedad. 

Finalmente, consideremos el cuarto punto de la lista, que es el corazón que maquina pensamientos inicuos. Al fin y al cabo, todos los pecados empiezan con los pensamientos. Por lo tanto, pidamos al Señor que guarde nuestros corazones y mentes del mal, para «poner la mira en las cosas de arriba  y no en las de la tierra», como dice Pablo en Colosenses capítulo tres, versículo dos. Así lograremos vencer los pecados mencionados. 

Tomado de la revista Prisma 42-6

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