La disciplina del  amor

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"El amor es más real cuando es una decisión, no un sentimiento"

Por Felipe Güereña A.

Parece que todos queremos tener un amor que nunca se apaga.  Para muchos es una ilusión vaga que nunca van a alcanzar. ¿Cómo es posible que un joven le diga a su Dulcinea “te amo” y al rato muestre lo contrario? ¿Cómo es posible que haya tantos matrimonios y tantos divorcios? ¿Es el amor una locura y solo confusión humana? ¿Será posible encontrarse con el amor real y mantenerlo por toda la vida?

Hay animales que una vez que se juntan con una pareja jamás buscan a otra.  Está el ganso gris de Canadá, por ejemplo, que puede vivir hasta los 55 años.  Cuando pierde a su pareja por alguna razón, se queda solo por el resto de su vida.

Por otro lado hay algunos hombres que aunque estén recién casados, ya andan buscando a otra. La Biblia asegura que el amor nunca se acabará.  Afortunadamente, también nos explica cómo puede uno mantenerse enamorado por toda la vida y con la misma persona.  Dijo un gran estudioso de la Biblia acerca del amor matrimonial: “Para tener un buen y fiel matrimonio hay que enamorarse muchas veces pero siempre de la misma persona”.

En el libro El amor es una decisión de Gary Smalley dice: “El amor es más real cuando es una decisión, no un sentimiento”.  Tratarse con ternura y amabilidad no es solo para el noviazgo sino también para el matrimonio. Los toques físicos y caricias deben ser para toda la vida, hasta que la muerte separe a la pareja.

Efesios capítulo 4, versículos 31 y 32 manda: “Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia.  Antes sed benignos unos con los otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo”.

Esta es una lista formidable de cosas que tenemos que cumplir.  Si Dios lo pide es porque sí se puede lograr. Aquí entra la disciplina.  Es un proceso nuevo, largo y constante para cada día.

Uno de los grandes enemigos del amor es el enojo. Puede destruir relaciones, conversaciones, matrimonios, hijos, amistades y más.  Se tiene que dominar pronto para que todo camine bien, de forma amorosa y amable, así como en el noviazgo, donde siempre mostramos nuestra mejor cara.

La ira es una bestia feroz que destruye el amor, el respeto, el cariño, la verdad, la confianza y todo lo bueno.  En su lugar deja necedad, arrogancia, mentira, soberbia, crueldad, rebeldía, y todo lo malo.  Es importante destruir estos impulsos malignos.  Para lograrlo es necesario ser disciplinados. Jesucristo nos invita a venir a él para que nos enseñe a ser como él.  Él es manso y humilde de corazón.

El amor manso es uno dominado por la gentileza y el perdón.  Está libre de odio y venganza.  Cuando Cristo estaba en la cruz, sus enemigos lo insultaron y menospreciaron.  Le hicieron burla y se rieron de él.  Pero él dijo: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”.  Un buen lugar para iniciar este proceso es aprender a perdonar.  Dice la Biblia en Proverbios capítulo 10, versículo 12: “El odio despierta rencillas; pero el amor cubrirá todas las faltas”.  Que la disciplina del amor como Dios lo pide, nos ayude a ser fieles a nuestros votos matrimoniales, hasta que la muerte nos separe.

Tomado de la RP 43-4, julio-agosto2015

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