El trabajo y el dinero
Educa a tus hijos en estas áreas
Por Gina Raudry de Almazán
¿Cómo podemos enseñarle a nuestros hijos el valor del dinero? Esta lección puede ser de las más útiles en sus vidas, porque es una oportunidad para que aprendan sobre la responsabilidad, el valor del trabajo y el uso sabio del dinero, dentro del plan de Dios.
Algunas personas piensan que no es bueno pagarles a los niños por hacer su deber de ayudar en casa ya que al ser parte de la familia deben ayudar como los demás. Pero también es cierto que los padres le dan a sus hijos para todo sin pedirles nada a cambio y esto los hace egocéntricos e irresponsables. Si les pagamos por algunas labores extras dentro del hogar, tendrán un incentivo para aprender a realizarlas de forma correcta y también para administrar lo que ganen.
Algunos papás dan una cantidad de dinero semanal a sus hijos. En algunos lugares se le denomina el «domingo». Por lo regular, esto es un regalo. Ahora ya no será así. Ofrezcamos un pago por alguna tarea que deseamos que se realice en el hogar, aparte de sus obligaciones básicas. Por ejemplo, si en nuestro presupuesto hemos dispuesto darles $100.00 por semana, podemos decirles que por limpiar el baño tres veces obtendrán $ 30.00, por limpiar bien todos los días su recamara $ 20.00, por lavar los trastes una vez cada día durante toda la semana $50.00. A la tarea que menos les guste hacer démosle más precio. Deben saber que si cumplen con su trabajo con excelencia y buena actitud, se les dará un premio extra.
Tomemos un tiempo para capacitarlos en lo que van a realizar. No esperemos que lo hagan bien si los dejamos solos. Demos instrucciones de la siguiente forma:
Realicemos el trabajo que queremos que hagan frente a ellos.
Que ellos lo hagan con nosotros.
Que lo hagan solos con nuestra supervisión constante.
Que lo hagan solos con nuestra supervisión eventual.
Nota importante: Nunca expresemos alguna queja o una mala actitud por su trabajo en casa. Por lo contrario hagámosles ver lo confortable que es tener limpia nuestra casa.
Una vez que reciban su dinero, enseñémosles cómo administrarlo. Con un plan sencillo. Por ejemplo: 80/10/10. El 10% lo dan a la obra de Dios, 10% lo ahorran y 80% lo gastan. Si se acerca la Navidad o el cumpleaños de papá, los abuelos, un amigo, día de la madre o del padre, animémoslos a ahorrar más para comprar con su propio dinero un regalo para sus seres queridos.
La primera vez que reciban su pago, es importante que tengan una alcancía y un sobre para que depositen su ahorro y su ofrenda. Les podemos preguntar: «¿Por qué debemos ahorrar? ¿Les gustaría saber a quién se le ocurrió esta gran idea y los beneficios que trajo? Pues bien, es bueno ahorrar, porque Dios lo enseñó».
Estemos listos para relatar la historia de José cuando le reveló su sueño al Faraón. (Génesis capítulo 41, versículos 1 al 44). Relatemos con nuestras palabras. Tengamos material ilustrado, o programemos una tarde para ver juntos la película de José el soñador, comiendo palomitas.
Expliquemos: el plan de ahorro que le propuso José al Faraón, le pareció tan bueno y sabio, que lo nombró primer ministro de Egipto. Además mucha gente no murió de hambre cuando vinieron los años de escasez.
Preguntemos: ¿Para qué pueden servir nuestros ahorros? Esperemos a que den sus respuestas que incluirán lo que ellos quieren. Después podemos sugerir otras cosas como:
Para dar regalos en Navidad a papá, mamá, hermanos, abuelitos, tíos y primos. La Biblia dice que hay más gozo en dar que en recibir. ¡Dando es como podemos tener una súper feliz Navidad!
Para comprar zapatos, ropa y comida a los niños que andan en la calle.
Para enviar ofrenda a los misioneros que están llevando la Palabra de Dios a lugares muy lejanos.
Podemos darle gracias a Dios por el trabajo de papá que gana dinero para cubrir las necesidades de la familia. Gracias a que papá y mamá tienen un plan de ahorro y administran bien el dinero, se compra o se paga lo que se necesita: la casa donde vivimos, la comida, los útiles escolares y otras cosas. ¿Qué más? Dejemos que ellos contesten: muebles, juguetes, salidas al parque, etc.
Terminemos orando y dando gracias a Dios por el trabajo que realizan papá y mamá y por la sabiduría para administrar los recursos que pone en nuestras manos. Pidámosle que nos haga sabios para ahorrar y ayudar a quienes nos indique. Consigamos el nombre y una foto de alguna familia misionera que conozcamos, oremos por el trabajo que realizan y propongámonos enviarles una ofrenda mensual para alimentar a su familia, tener una casa, y predicar el evangelio.
Tomado de la revista Prisma 43-4, julio-agosto 2015