El buen chismoso
Descubre cómo ser uno de estos
Por Felipe Güereña A.
Hay chismes malos y hay chismes buenos. El malo todo el mundo lo conoce. Pero rara vez se oye que alguien diga:
—¿Qué crees que me dijo Rubén de ti?
—¿Rubén? ¿Qué te dijo de mí?
—Que eras muy honesto y trabajador.
Un buen chisme es decir cosas positivas de otros, aún de los contrarios. Imaginemos la siguiente conversación:
—Hola Javier. El otro día me encontré con Rafael. ¿Sabes lo que me dijo de ti?
—¿Rafael? Seguro que su comentario fue negativo. Pero dime, ¿qué te dijo?
—Me dijo que eres una persona muy responsable.
Esta persona (supuesto enemigo) es muy considerada al decir las buenas características de otros. Por otro lado, el que comparte esa información positiva con los demás también es amable. Con seguridad cuando se vuelvan a ver estas dos personas, antes enemistadas, lo harán con sonrisas y perdón. Esto, porque alguien hizo buenos comentarios de uno al otro.
En la política se buscan las cosas más sucias y bajas para decir de los oponentes. Escuché alguna vez a un político decir que el diputado anterior era un ladrón. Se tuvo que hacer una investigación financiera del ejercicio de ese servidor público. Lo que encontraron, fue que no solo no era ladrón sino que se le debía dinero. La auditoría arrojó resultados totalmente opuestos a lo que sus enemigos dijeron.
Algunos chismosos no se dan cuenta de que lo son, pero es fácil identificarlos. ¿Cómo? Sus palabras son torcidas y son malos profetas. Las cosas no salen como ellos pronostican. Parece que le desean lo peor a la gente, sobre todo a aquellos a los que envidian. Quieren derribar a otros con sus ideas erróneas: «El hombre deslenguado no será firme en la tierra; el mal cazará al hombre injusto para derribarle». Esto dice la Biblia en el Salmo 140, versículo 11.
Sabiendo lo que Dios dice de los deslenguados, busquemos ser todo lo contrario. Debemos mencionar lo mejor de la gente. Que se nos conozca por ser positivos y no de aquellos que siempre critican al prójimo. Que digan: «Él solo dice cosas buenas de la gente; aun de sus enemigos».
Hablar bien de otros es algo nuevo para muchos. Porque las críticas son lo más común. Esforcémonos para que salgan de nuestra boca cosas positivas y no negativas. Frenemos nuestros labios y detengámonos a pensar antes de abrir la boca. Metamos reversa en nuestra mente y hagamos el cambio apropiado para que nuestras palabras tengan otra meta.
Pensemos bien de la gente. No es que debamos decir mentiras sobre otros, sino tratar de encontrar lo mejor de cada uno. El buen chismoso es un amigo deseable y alguien que todos quisieran conocer. Pero es tan raro como un honesto entre ladrones. Debemos comenzar por nosotros. Que en nuestra familia en vez de tratar de aplastar al prójimo, lo levantemos. Respetar siempre a los demás es un buen principio. Seamos agradecidos.
Mucho de esto se logra al seguir a Cristo, imitándolo a Él. En Jesucristo siempre encontramos ánimo, respeto y consuelo. Que Dios nos ayude a hablar siempre de lo bueno y no lo malo, y nos guíe en la batalla para no ser chismosos negativos.
Hagamos como se nos aconseja en Proverbios capítulo 16 versículo 21: «El sabio de corazón es llamado prudente, y la dulzura de labios aumenta el saber».
Tomado de la revista Prisma 42-3.