Tres consejos para mantener una familia unida

Foto por Armando Lomelí

Foto por Armando Lomelí

¿Qué puede ayudar a la familia que quiere permanecer unida?

Por Saraí León Patiño

Así que, ¿por qué no procurar que el amor, valor real y disposición sean partes fundamentales de nuestro concepto de familia?

Se escuchó por la radio hace algunos años un spot en el que se cantaba: “Juntos y en armonía la familia vive mejor”. Eso es tan cierto, que me gustaría que todos lo tuvieran en un cartel en su casa.

Desafortunadamente, pocas son las familias que pueden declarar franca y abiertamente que sus relaciones son las de un hogar feliz. Algunas parecen estar unidas por vivir en la misma casa; no existe una verdadera comunicación, mucho menos preocupación de los unos por los otros. Invariablemente esto trae como consecuencia que el deseo de estar en casa sea cada vez menor.

¿Qué puede ayudar a la familia que quiere permanecer unida?

Aquí hay tres consejos:

Amor ante todo. Conozco a una chica que para hacerle algún favor a su hermano mayor, pide a cambio dinero. Lo peor del asunto es que él accede y sigue la misma táctica, así que cada “favor” cuesta, convirtiendo las relaciones fraternales en un negocio.

La raíz del asunto es falta de amor. Cuando no hay amor, la ayuda a los miembros de la familia se vuelve una carga, un trabajo extra por el que la persona cree merecer alguna retribución, sobre todo si se encuentra ocupada con sus propios quehaceres y toma un tiempo valioso en los problemas de los demás.

Por eso es importante que el amor sea enseñado a los hijos por medio del ejemplo de los padres y que en cada acto se manifieste este amor, de manera que pueda ser apreciado por cada miembro de la familia.

Valoración correcta. Muchas veces subestimamos el hogar; quizá todo se nos hace tan rutinario que menospreciamos a nuestra familia. Ver los mismos rostros, oír las mismas voces diariamente, a todas horas, puede provocar que lo tomemos como lo más común, sin estimar lo especial que realmente es.

Recuerdo a mi hermana y a su mejor amiga; a menudo lloraban cuando platicaban. Nunca supe porqué, hasta que la primera me lo dijo sollozando:

—Tiene problemas en su casa, problemas que en la nuestra ni siquiera se pueden imaginar. Ahora puedo comprender lo que vale mi familia, donde todos nos llevamos bien y siempre nos hablamos aun después de discutir.

Comprender que nuestra familia es especial nos ayudará a darle su valor real, a estimarla, a defenderla y amarla.

Disposición. Como consecuencia de un espíritu dispuesto atenderemos los problemas del hogar sin molestarnos; ayudaremos con gusto e iniciativa. Cualquier idea brillante podrá llevarse a cabo al ser apoyada por los miembros que conforman la familia.

Recuerdo que al iniciar mi padre un pequeño negocio de pinturas e impermeabilizantes solíamos salir mis hermanos y yo juntos con él, a repartir volantes hechos por nosotros mismos para dar a conocer la microempresa. Todos entusiastas y corriendo finalizábamos el trabajo e íbamos a tomar un bocadillo preparado por mamá.

Ahora el negocio tiene diez años y puedo ver que formé parte del trabajo que costó acreditarlo. Si no hubiésemos estado dispuestos a ayudar, las cosas hubieran sido distintas.

Hay que destacar que cada aspecto mencionado trae como consecuencia al siguiente, igualmente básico para la familia, así que, ¿por qué no procurar que el amor, el valor real y la disposición sean partes fundamentales de nuestro concepto de familia?

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