Dejando herencia en un mundo minimalista

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¿Qué valor le estamos dejando a la siguiente generación?

Por Margie Hord de Méndez  

En generaciones pasadas, se apreciaban mucho los objetos que heredaban los padres y abuelos: juegos de porcelana fina, objetos de plata y cristal cortado, cuadros con marcos barrocos y muebles elegantes con detalles lujosos, como patas de león. Ahora, los jóvenes mileniales ¡ya no quieren heredar las “reliquias” de sus parientes! Tampoco les interesan las bibliotecas familiares de libros clásicos, aunque estos estén forrados de piel.

Lo de ahora es lo minimalista, moderno, de líneas sencillas. Las casas y departamentos tienden a ser chicos, así que ahorrar espacio es lo actual. Se han puesto de moda autores y conferencistas que enseñan cómo desechar las cosas que nos sobran y concentrarse en lo esencial. Se piensa menos en la tradición, el sentimentalismo o la antigüedad. De hecho, hay antigüedades preciosas que no se pueden vender a un precio justo porque el mercado ha cambiado y su atracción ha disminuido.

Hace poco me tocó participar en el proceso de escoger las pertenencias de mis padres y tuvimos que decidir qué regalar, qué vender, qué guardar y así por el estilo. Me di cuenta más que nunca de esta nueva realidad al preguntarme: ¿Realmente voy a usar ese objeto, o solo va a ocupar un espacio que no me sobra? A la vez, como chapada a la antigua que soy hasta cierto punto, me quedé con objetos que tienen más valor sentimental que práctico.

A la vez me he puesto a pensar en la herencia que yo estoy dejando a la siguiente generación. ¿Qué les dejo de valor? ¿Qué quiere Dios que quede de impacto? En cien años, quizás nadie se acuerde de mí, pero a más corto plazo quiero que mi vida cuente.

Cuando esperaba a mi primer hijo, me preguntaba cómo sería y a quién se parecería. Al final, decidí que lo más importante no era la genética, sino algo más duradero:

Herencia

Futuro heredero:

¿Qué heredará?

¿Mi impaciencia

o mi poesía?

¿Tu inteligencia

o tu artesanía?

 

¿Qué heredará?

¿Mis ojos

o mis emociones?

¿Mis enojos

o mis canciones?

 

¿Qué heredará?

¿Tu generosidad

o tu estatura?

¿Tu seriedad

o tu ternura?

 

Hay algo que quisiéramos

que heredara, pero sé

que más que herencia

tiene que ser su personal creencia:

Nuestra fe.

Tal vez eso, heredar nuestra fe, sea lo minimalista, pues es enfocarse en algo sencillo que es a la vez esencial y eterno. 

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