El noviazgo ideal
Para el cristiano en busca de Dios, ¿cuál sería un primer paso para una relación de noviazgo?
Por María de Jesús Badillo Vargas
Carlos y Ana son preparatorianos y tienen tres meses de novios. Su relación va de mal en peor, ya que se ha hecho rutinaria, por lo que no encuentran incentivos para continuar.
Así surge un determinado día en que Carlos propone a Ana experimentar algo más de ese amor que parece apagarse. Después de todo, su propósito es llegar a formar un hogar. Ana no sabe qué contestar. Todo se agolpa en su cabeza: el miedo de perder a su novio, el deseo de retenerlo.
Por un momento piensa en sus padres y sus consejos, en el resto de la familia y en sus amigos. Recuerda que muchos de ellos ya tienen relaciones sexuales y que se jactan de ser muy felices, que se dice que esto es ser liberal. Aun algunos de sus maestros tuvieron experiencias en su juventud e incluso las aconsejan.
¿Por qué ahogarse en un vaso de agua? El cuerpo de cada uno le pertenece, al igual que sus decisiones… ¿cuál es el problema?
Así con la viva emoción que su naturaleza lleva implícita, se dan el uno al otro. El lugar escogido aparentemente da lo mismo: uno de los jardines más apartados de la propia escuela.
Después de todo tuvieron una nueva experiencia. Que haya tenido “algunos detalles” no muy agradables ¿qué importa? Carlos y Ana están más unidos aparentemente, pues tienen algo en común. Ana en especial siente que Carlos está más unido a ella. Esta ha sido la expresión máxima que una mujer puede dar a un hombre, sin poner ninguna condición.
Pero existe algo que a ella le da temor. Siente que su situación se nota, que los ojos de todos están sobre ella. Tiene miedo y vergüenza. Las escenas de lo vivido han quedado grabadas en su mente y a cada instante se repiten.
De esta manera se presentó Ana a pedirme orientación en el Servicio Médico del Colegio. Su estado emocional estaba sumamente alterado. No había pasado un mes normal y pensaba que estaba embarazada, y si así fuera, reflexionando en voz alta se decía: ¿Sería mejor abortar? ¿Quién se lo practicaría? ¿En cuánto le saldría? ¿Qué dirían sus padres?
Algo que le pesaba aún más era darse cuenta de la indiferencia de Carlos. El novio, cuando se enteró por labios de Ana cuál pudiera ser ahora el problema, se enojó con ella y contestó que no estaba dispuesto a destruir la imagen que tenían de él en su hogar, por un simple incidente. Que se sentía demasiado joven y que ahí terminaban su relación, además de que ya andaba con otra chica.
Llorando y lamentándose, Ana terminó su relato expresando que se sentía sola y que no sabía qué hacer.
¿Qué podríamos comentar sobre este tema? (La respuesta al caso presentado, queda reservada).
El noviazgo es la etapa previa al matrimonio, en la que un hombre y una mujer van a tratarse, a conocerse en sus costumbres, en su ambiente familiar, en su modo de pensar. El noviazgo es el primer amor de un hombre y una mujer y en ese “primer amor” va un acervo de situaciones increíbles e inolvidables. Es el amor en su expresión más pura y sencilla. En donde se cumple aquello que se expresa en el libro bíblico de Corintios:
“El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”.
¡Qué maravillosos pensamientos! Para muchos jóvenes modernos, esto parece algo de otro mundo o pensarán que antes era así. En la realidad del mundo que no es cristiano, existen afinidades e intereses diversos en donde Dios no tiene que ver nada en este tipo de relación, o inclusive se tiene otro dios u otros dioses.
Para el cristiano en busca de Dios, ¿cuál sería un primer paso para una relación de noviazgo?
1.- Comunicarlo al Padre Celestial como una necesidad de tu vida.
2.- Esperar la respuesta de Dios.
3.- Una vez que haya sido contestada tu necesidad, pide con tu novia o novio la dirección y ayuda divina.
Todo esto implica una relación estrecha con Dios. Recordemos que Él es nuestro Creador y el Hacedor de todo cuanto existe. Él creó al hombre y a la mujer, creó el sexo, enseñó que el hombre y la mujer a su tiempo deberían formar su hogar y unirse para ser una sola carne.
Por lo tanto, Dios bendice la unión del hombre y la mujer. Aun desde el noviazgo, ellos han sido el objeto de su pensamiento. Su propósito es que goce el uno con el otro y que vivan en armonía en el matrimonio.
¿Por qué entonces, surge la infidelidad, la aflicción, la angustia, la soledad?
Cuando el ser humano decide caminar por sí mismo sin tomarse de la mano de Dios, hace su vida según sus conceptos. Aun sus instintos comienzan a deslizarse a situaciones tales como: la fornicación, el adulterio, la homosexualidad y más.
Todo esto manifiesta una falta de respeto a las vidas ajenas, una falta de amor a sí mismo y al propio Dios. Las consecuencias lógicas son: falta de paz, aniquilación de su moral e integridad, insatisfacción, problemas físicos en su estado de salud y soledad entre otros.
Reflexiona por un momento y piensa: ¿Qué es lo que mejor conviene a tu vida? ¿Qué deseas para ti y los tuyos?
Toma una decisión: ¿Quieres que Dios dirija tu camino? ¿O prefieres aventurarte solo para ver hasta dónde puedes llegar? La solución depende de ti.
La autora es médico cirujano, madre de tres hijos.