Vuelve a tu primer amor

Vuelve a tu primer amor.png

A Dios le interesa más nuestra relación con Él, que lo que podamos hacer por y para Él

Por Samar Dutré

Desde pequeñas emprendemos la búsqueda del amor verdadero. Las películas y novelas hablan de lo maravilloso que es encontrarse con él. Pensamos que solo podemos recibirlo de nuestros padres o de nuestro esposo. 

Sin embargo, aunque hayamos tenido padres amorosos y un esposo fiel, ellos no son capaces de llenar esa necesidad de amor que tenemos. 

En una ocasión escuché a Kay Warren contar que una pastora amiga había perdido a su esposo en un accidente, al oír sobre el suceso no pudo dejar de llorar, le dolía profundamente solo pensar que su esposo fuera el fallecido. 

Ese día descubrió que la relación con su esposo era más importante para ella que la que tenía con Dios. 

Pero ¿cómo llegamos a colocar a algo o alguien en el lugar que le corresponde a nuestro Señor? La Biblia registra que Dios le dijo a una iglesia lo mismo en Apocalipsis 2:4: “Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor”. Tal vez hasta nos pasa como a esta iglesia quien se dedicó a trabajar por el Señor, pero se olvidó de mantenerlo como su primer amor. 

Es triste, pero nos vamos deslizando entre los afanes de la vida, y sin poner mucha atención terminamos alejándonos del verdadero amor. Y una vez que estamos lejos, lo que nos queda por hacer es lo mismo que hizo el hijo pródigo: reconocer que lo hemos ofendido y volver a enamorarnos de Él.

En un libro de discipulado que estudié, decía que a Dios le interesa más nuestra relación con Él, que lo que podamos hacer por y para Él.  

Entonces podemos analizar cada día esa preciosa relación, preguntándonos: Este día, ¿en qué momentos o circunstancias he visto la presencia de Jesús? ¿Qué cosas que hice o pensé no le agradaron a mi amado? 

¿Qué planes tengo que debo platicar con Él? 

Si mantenemos esta cercanía diaria nunca nos dirá el Señor que hemos dejado nuestro primer amor.

Anterior
Anterior

Pastel de zanahoria

Siguiente
Siguiente

Edad y sensibilidad