Edad y sensibilidad

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¿Eres del club de los chillones?

Por Sara Trejo de Hernández

―¿Por qué lloras, mami? Le preguntaba a mi mamá en cada festival del día de las madres, que se celebraban cuando yo iba en la primaria, porque me inquietaba su reacción. A lo que ella respondía:

​―Porque estoy emocionada.

En esa época pensaba que la gente solo lloraba cuando estaba triste, por eso me preocupaba ver a mi mami derramar lágrimas. Además, las situaciones emocionantes y lindas nunca me habían ocasionado esa reacción, por lo que no podía entenderla.

Conforme pasaron los años y empecé a asistir a las celebraciones del día de las madres con mis hijos, entendí lo que ella sentía y también lloraba.

Una conocida dice: “No es lo mismo ser pobre que rico, viejo que joven”. Con relación a este tema, tiene muchísima razón. Las situaciones cotidianas hacen conexiones entre los eventos y los recuerdos, provocando sensaciones diversas. Es por eso que de pequeños algunas circunstancias no nos significan nada. Sin embargo, con el tiempo, el cúmulo de vivencias se acrecienta dando lugar a mayor número de conexiones.

​Hace unos años mi esposo y yo fuimos al cine. La película que proyectaban trataba de un hombre que recogía a un perrito perdido y después de unos años moría el amo. Su mascota, regresaba todas las tardes a esperar a su amo en el mismo lugar, hasta que también murió. A mi esposo y a mí nos hizo llorar la historia, pero nuestros hijos no entendían qué nos causaba tantas lágrimas. “Si solo es una película”, expresaron.   

Con la edad nos volvemos muy sensibles, no porque seamos más débiles o frágiles, sino porque hemos vivido más. Así que con mucho orgullo pertenezco al club de los chillones. 

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