Mis padres ya no pueden cuidarse solos

Foto por Cynthia Ramírez

Foto por Cynthia Ramírez

Debemos ayudar al que nos necesite

Por Tere Guerrero González

 En algún momento de nuestra vida nos encontramos con la realidad de que nuestros padres ya no pueden atenderse a sí mismos. En ocasiones es temporal pero en otras es definitiva por enfermedad, vejez, estrechez económica, viudez y más.

Nada es para siempre. Yo tuve el privilegio de que mi mamá viviera conmigo los últimos doce años de su vida. El proceso fue desgarrador. Al fin perdió su vista y eso se entretejió con el terrible Alzheimer.

Hubo momentos en que creí que nunca acabaría nuestro suplicio. Mi marido siempre me apoyó. Aunque hubo decisiones que él tomó con las que no estuve de acuerdo, lo respeté como guía del hogar.   

Hace dos años el Señor llamó a mi mamá a su presencia. Aunque parezca increíble, dos meses antes del deceso de mi madre, llegó a vivir con nosotros de manera indefinida mi suegra. Sigo en este caminar, sigo aprendiendo. Entiendo a los que pasan por esto.

Y sé que sí se puede. La vida es como una carrera de maratón y la meta es la misma para todos: muerte física y una vida eterna después. Cada quien avanza con diferente ritmo y velocidad. Algunos terminan su carrera jóvenes, otros más entrados en años, pero todos vamos en la carrera. Debemos ayudar al que nos necesite, levantarlo, si es necesario cargarlo y hacer que llegue a su meta, pues del otro lado está nuestro maravilloso Dios esperando con los brazos abiertos a los que se rindieron a Él. 

La Biblia nos instruye a honrar a nuestros padres, es un mandamiento que añade la promesa de que nos irá bien en la tierra.

Algunos consejos:

Hacer una junta familiar incluyendo a hermanos, cuñados, concuños, tíos, sobrinos y cualquier pariente cercano, para involucrarlos y asignar responsabilidades de manera equitativa.

 Si ambos padres todavía viven, se debe dar descanso y ánimo al que está llevando la carga mayoritaria.

En muchos casos lo más usual es que el padre viva en casa de algún hijo, como fue en mi familia.

He aprendido lo que se debe o no hacer.

·        No incomodarlos, reprocharles o hacerlos sentir fuera de lugar o que nos estorban. Esto incluso si su soledad, enfermedad o pobreza es generada por alguna negligencia que ellos cometieron  en el pasado.

·        No quitarles responsabilidades o tareas. Deben participar en las labores domésticas de acuerdo a sus capacidades y fuerzas.

·        No excluirlos de la agenda social o recreativa. Ahora son parte íntima de la familia  y tienen necesidad de convivir, salir a pasear, ejercitarse y seguir activos.

·        No darles prioridad en tiempo, dinero y atención por encima del esposo o hijos, por difícil que te parezca.

·        Ver por uno mismo. Leer la Biblia, hablar con Dios, cuidar el  descanso, alimentación y ejercicio. Es imposible dar lo que uno no tiene.  

·        Establecer un lugar aunque sea pequeño, exclusivo para su dormitorio. No es conveniente que ningún miembro de la familia comparta su cuarto.

·        Manejar horarios definidos. Por ejemplo a la hora de dormir el padre debe retirarse a descansar, para que el resto de la familia tenga momentos de descanso.

·        Si eres casada, es necesario tener la aprobación de tu marido en todos los asuntos relacionados con tu progenitor al que se está cuidando. Tratar con el mismo amor y misericordia a tu progenitor tuyo y al de tu cónyuge. Es crucial estar de acuerdo con tu esposo ya que eres una sola persona con él y la relación más importante de tu vida es tu matrimonio. Conozco mujeres que dieron la prioridad a su padre o madre, y no escucharon la voz de su cónyuge y hoy están divorciadas, entradas en años, enfermas, cansadas y cuidando a su familiar completamente solas.

·        Nunca hacerse la heroína. Buscar a hermanos, primos, tíos y familiares cercanos, para solicitar su apoyo. Organizar roles para algunas tardes o mañanas, fines de semana o periodos más extensos de tiempo. Hay que sensibilizar a la familia extendida en este tema, pues la carga de trabajo es extenuante. También pedir su asistencia para visitas al doctor, terapias y compra de medicamentos. Y si aún viven en su propia casa, es importante turnar las visitas diarias al progenitor, pagos de servicios y organización de asuntos de su hogar.

·        Aunque es amoroso incluirlos en la agenda, a veces es importante programar salidas o vacaciones sin esa persona, ya que es necesario para la familia. Pedir a Dios sabiduría ayuda a evitar sentir remordimientos en estas decisiones.

·        Buscar charlar de vez en cuando con amigas de confianza. No hay que cansarlas. Se pueden ir turnando ya que es de mucho beneficio el apoyo moral que pueden darnos. No es sabio desahogarnos con nuestro marido e hijos. Ellos necesitan también descanso emocional.

En algún momento cada uno de nosotros estará en esa recta final necesitando a alguien que nos tome de la mano y nos asista en nuestros años de vejez. Como dice la regla de oro: "Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos" (Mateo 6:31).


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