¡Fin de año!

Foto por Marian Ramsey

Foto por Marian Ramsey

Estas fechas pueden significar la pérdida de algo irrecuperable.

Por Samar Dutré

Los finales son tristes. El término de unas vacaciones, el fin de una buena película, una relación, un trabajo o un periodo escolar.

No sé cuándo inicié con esa nostalgia. Recuerdo que cuando salí de sexto de primaria nos pusieron la canción «Las golondrinas». Esa canción que parece que invita a sacar todas las lágrimas que hemos guardado y que nos hace añorar lo que estamos a punto de dejar.

Así de triste fue para mí, por mucho tiempo, el fin de año. Como si fuera una gran pérdida. Algunos pensarán: «Si solo es un día como cualquier otro», «No se ha terminado el mundo», «Esa actitud es ridícula, la vida sigue».

Por supuesto tienen razón, pero a veces los sentimientos son difíciles de explicar con la razón.

Estas fechas pueden estar acompañadas por el término de actividades, proyectos, estrategias, cargos. Cada una de ellas puede significar la pérdida de algo irrecuperable.

Esa actitud deprimente nos puede llevar a pasar por alto la dicha de los nuevos comienzos como:

·        La grata felicidad que da el nuevo año escolar con sus cuadernos y útiles nuevos.

·         La expectativa de la mañana en que inician las vacaciones.

·         El entusiasmo que produce iniciar un curso, un devocional o un libro que queríamos desde hacía mucho tiempo.

·         El nervio gozoso de un nuevo empleo.

·         La emoción de estrenar ropa. 

Desprenderme de este sentimiento depérdida ha sido un proceso.

Algunas cosas que me han ayudado son:

1) Establecer metas anticipadas. Esto nos guía a mirar el futuro con un propósito. 

2) Aprovechar los días. Si se tienen vacaciones de fin de año, se pueden realizar tareas especiales como ordenar el guardarropa, acomodar los recibos de pagos, ver a amigos, salir de viaje, arreglar desperfectos de la casa. Las actividades específicas son útiles para re-enfocar la tristeza. 

3) Realizar un recuento de las bendiciones recibidas. Por un lado, nos hace ser agradecidos y por el otro, nos recuerda cómo Dios nos cuida, dirige y provee. Esto fortalece la esperanza de que Dios continuará haciéndolo en el siguiente año. 

Me di cuenta de que mis finales podían ser felices si cambiaba de mentalidad, enfocándome en el proyecto que Dios tiene para mí y no en lo que se ha terminado. 

¡Feliz año nuevo!


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